Nada es
casualidad. Esta mañana casi a los
inicios del mes de junio, mes eucarístico por excelencia dedicado también al
Sagrado Corazón de Jesús, nos hemos desayunado con la noticia de que la estatua de dicha devoción que preside la
plaza de su nombre en la Roda de Andalucía (Sevilla) ha amanecido decapitada,
y mutilada sus dos manos.
"Nihil sub
sole novum", no hay nada nuevo bajo el sol en los albores de este verano, bajo
el cielo de una España, que como la estatua profanada, también ha perdido la
cabeza.
Hace poco
celebrábamos el I Centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón de
Jesús, bajo el auspicio de S. M. el rey D. Alfonso XIII., y de aquí a nada,
algunos celebrarán el del fusilamiento de dicha imagen, en el Cerro de los
Ángeles, cerca de Getafe, en la provincia de Madrid.
Ahora,
herederos de aquellos, estos nuevos milicianos, los chicos del bidón de
gasolina, de camisetas con fotos del Ché, y legitimados por el odio que aventan
los nuevos aires políticos imperantes, están continuando la valiente y
meritoria gesta de destrozar las imágenes sagradas; quieren acabar, un siglo
después, lo que empezaron, y gracias a Dios no pudieron conseguir, sus predecesores en
la inquina contra la religión, católica, por supuesto: Decapitar España.
Es curioso
que los que se ríen y mofan de la devoción que despiertan tantas imágenes de Cristo
talladas en madera o labradas en piedra, al quererlas destruir, lo único que
hacen es legitimarlas, reconocer en ellas la referencia devocional, su carácter
sagrado para los cristianos, si no, ¿para qué ese empeño de hacerlas
desaparecer?
Esta
devoción del Sagrado Corazón, tan espiritual, tan pura, tan de intramuros de los templos, tan de
vestidos coderos y abanicos espantando los primeros calores, tan de saharianas
fresquitas en las tardes de triduo, parece ser especialmente odiada por los
autoproclamados adalides de la libertad. El “en Vos confío”, el “detente” del Corazón
de Jesús, supone para esa ralea de la “agit prop” el conjuro maléfico que desata
su peor ira contra Cristo y su Iglesia.
Porque atacan
al Corazón de Jesús aunque lo que quieren, en realidad, es atacar el corazón de
la iglesia. Creen a lo mejor, que decapitando una imagen, España, con su mala
cabeza, olvide que el corazón de la Iglesia es la que ha mantenido y mantendrá
los comedores sociales abiertos durante la pandemia. Quieren que olvidemos lo
que hacen Cáritas y otras tantas organizaciones católicas. Es objetivo prioritario que los españoles se olviden que cuando las ONGs (tan progres y solidarias) llaman a que vengan los inmigrantes, incluso
ilegalmente, cuando llegan medio muertos, o con móviles de última generación en
la mano, que eso les da igual, quienes los atienden en su mayoría son las
organizaciones católicas.
Les gusta que, con la ayuda inestimable de la mayoría de los medios de comunicación, un velo de silencio, un apagón informativo, oculte la labor social de la Iglesia, lo que a mí me gusta llamar obras de caridad, porque ya se sabe que la Caridad es sinónimo del Amor.
Aunque la sociedad vea normal la suspensión de los actos de culto de la iglesia en plena cuaresma en la crudeza del Covid19 y luego justifique las reuniones de culto para celebrar el Ramadán.
Les gusta que, con la ayuda inestimable de la mayoría de los medios de comunicación, un velo de silencio, un apagón informativo, oculte la labor social de la Iglesia, lo que a mí me gusta llamar obras de caridad, porque ya se sabe que la Caridad es sinónimo del Amor.
Aunque la sociedad vea normal la suspensión de los actos de culto de la iglesia en plena cuaresma en la crudeza del Covid19 y luego justifique las reuniones de culto para celebrar el Ramadán.
Y es que darse a los demás sin esperar nada a
cambio solo lo hace un corazón noble, y eso no lo soportan los profesionales
del odio, con la complicidad de la indiferencia de los que miran para otro
lado, y ven estos actos de vandalismo sacrílego solo un “caso aislado”…que
cada vez se da con más frecuencia.
Cuentan que
cuando fusilaron al Sagrado Corazón de Jesús, ninguna de las seis balas
disparadas por seis milicianos, dio de lleno en el corazón de la imagen, ningún
proyectil la “hirió”. La que sí que está herida de muerte es esta nación sin
memoria y que traga con todo, no sea que la llamen facha.
Y parece que
esto no vaya a tener fácil solución, porque la cabeza de una estatua decapitada se
recoge del suelo, se coloca en su sitio y se restaura la imagen. Pero España
tiene difícil restauración, no porque la decapitaran, sino porque desde hace
tiempo, tiene la cabeza perdida. Y sin cabeza, a ver quién la arregla.
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