Habría que ser muy sádico para querer rendir honores a un sentimiento que según la Real Academia de la Lengua Española significa sabor amargo, aflicción o disgusto. Rayaría con la crueldad regocijarnos viendo sufrir a alguien, vanagloriarnos de ser causa de su dolor. No parecería de seres mentalmente sanos que glorificásemos la amargura… No, si esa amargura no fuera la de la Amargura; no, si se habla de la Amargura de la Virgen. No, si se trata de la Virgen de la Amargura.
Hay nombres más
dulces para la Santísima Virgen, más amables; hay una larga letanía de nombres letíficos que subrayan sus perfiles
gloriosos. Pero la Virgen es capaz de transformar su Amargura en nuestra
felicidad, solo Ella es capaz de convertir su Amargura en causa de nuestra
alegría, y así siempre lo han entendido en su hermandad.
Ahora, en
este tiempo, en principio oscuro y
desolador, Dios parece prestar sus renglones
torcidos para que la hermandad del Nazareno pueda empezar a escribir esa
historia que venía latiendo en su interior desde hace tiempo: La Coronación
Canónica de la Sagrada Imagen de María Santísima de la Amargura.
Llega ahora
el decreto que abre el proceso de coronación de la Virgen llenando este tiempo,
en principio triste, en un tiempo de luz, alegría y esperanza, para su
hermandad y para todos aquellos que quieran sumarse y compartir el camino, para
que juntos busquemos la normalidad deseada en la excepcionalidad de la
preparación de una coronación canónica.
Porque
amainará y se disiparán las nubes, y cuando esto ocurra, nos cogerá preparados
para dar gracias y alabar a Dios coronando una imagen de su Santísima Madre,
porque todo el mundo sabe que no hay honra mayor para un hijo que la que se le
tribute a su madre.
Más allá del
cartel, marcha y pregón, la travesía de este tiempo hasta el día que presumimos
grandioso e inolvidable de su coronación canónica, deberá suponer un revulsivo
para que su hermandad, su parroquia y
Huelva, caminen hacia el futuro con cristiana esperanza, profundizando en el
amor a María reflejado en el servicio a los demás en tiempos difíciles.
No es tiempo
de perder el tiempo, ni de escondernos, ni de apocarnos, y porque la vida no se para ni se puede parar, atravesaremos
este túnel de luces y vidas confinadas hasta divisar la luz radiante que
emanará de una corona; porque amanecerá, después de las penalidades de la
madrugada, como cualquier mañana de Viernes Santo, y será radiante de luz del muelle, del color
de las flores del balcón del Comercial, radiante como su paso por la Placeta y
vibrante como su entrada en el templo. Será alegre y esplendoroso como un día
de coronación.
Al comienzo
de este ilusionante camino, a Ella nos confiamos porque en tiempo de
tribulación y duda no hay mayor certeza ni amparo más seguro que el que nos
brinda nuestra madre, y porque la Amargura de la Virgen nos redime como la dolorosa
Pasión de su hijo, pidamos confiadamente a Jesús Nazareno, coronado de espinas,
poder alcanzar la dicha de poder contemplar coronada de gloria a su Santísima
Madre de la Amargura.
¡VIVA LA
VIRGEN DE LA AMARGURA CORONANDA!