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domingo, 1 de noviembre de 2020

CORONAR A LA AMARGURA


Habría que ser muy sádico para querer rendir honores a un sentimiento que según la Real Academia de la Lengua Española significa sabor amargo, aflicción o disgusto. Rayaría con la crueldad regocijarnos viendo sufrir a alguien, vanagloriarnos  de ser causa de su dolor. No parecería de seres mentalmente sanos que glorificásemos la amargura… No, si esa amargura no fuera la de la Amargura; no, si se habla de la Amargura de la Virgen. No, si se trata de la Virgen de la Amargura.

Hay nombres más dulces para la Santísima Virgen, más amables; hay una larga letanía  de nombres letíficos que subrayan sus perfiles gloriosos. Pero la Virgen es capaz de transformar su Amargura en nuestra felicidad, solo Ella es capaz de convertir su Amargura en causa de nuestra alegría, y así siempre lo han entendido en su hermandad.

Ahora, en este tiempo, en principio oscuro  y desolador,  Dios parece prestar sus renglones torcidos para que la hermandad del Nazareno pueda empezar a escribir esa historia que venía latiendo en su interior desde hace tiempo: La Coronación Canónica de la Sagrada Imagen de María Santísima de la Amargura.

Llega ahora el decreto que abre el proceso de coronación de la Virgen llenando este tiempo, en principio triste, en un tiempo de luz, alegría y esperanza, para su hermandad y para todos aquellos que quieran sumarse y compartir el camino, para que juntos busquemos la normalidad deseada en la excepcionalidad de la preparación de una coronación canónica.

Porque amainará y se disiparán las nubes, y cuando esto ocurra, nos cogerá preparados para dar gracias y alabar a Dios coronando una imagen de su Santísima Madre, porque todo el mundo sabe que no hay honra mayor para un hijo que la que se le tribute a su madre.

Más allá del cartel, marcha y pregón, la travesía de este tiempo hasta el día que presumimos grandioso e inolvidable de su coronación canónica, deberá suponer un revulsivo para que su hermandad,  su parroquia y Huelva, caminen hacia el futuro con cristiana esperanza, profundizando en el amor a María reflejado en el servicio a los demás en tiempos difíciles.

No es tiempo de perder el tiempo, ni de escondernos, ni de apocarnos, y  porque la vida no se para ni se puede parar, atravesaremos este túnel de luces y vidas confinadas hasta divisar la luz radiante que emanará de una corona; porque amanecerá, después de las penalidades de la madrugada, como cualquier mañana de Viernes Santo,  y será radiante de luz del muelle, del color de las flores del balcón del Comercial, radiante como su paso por la Placeta y vibrante como su entrada en el templo. Será alegre y esplendoroso como un día de coronación.

Al comienzo de este ilusionante camino, a Ella nos confiamos porque en tiempo de tribulación y duda no hay mayor certeza ni amparo más seguro que el que nos brinda nuestra madre, y porque la Amargura de la Virgen nos redime como la dolorosa Pasión de su hijo, pidamos confiadamente a Jesús Nazareno, coronado de espinas, poder alcanzar la dicha de poder contemplar coronada de gloria a su Santísima Madre de la Amargura.

¡VIVA LA VIRGEN DE LA AMARGURA CORONANDA!