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jueves, 5 de mayo de 2011

PELAYO


Pelayo pertenece desde que nació a una cofradía  puntera, de día de relumbrón y más bien rancia. Lo hizo hermano su padre (q.e.p.d) antes de bautizarlo.
Como cada año, el día de salida por la mañana va a la iglesia de donde sale la hermandad impecablemente vestido de Álvaro Moreno (quizá un tanto ajustado el blasier) luciendo un estudiado look con patillas anchas hasta mitad de la cara y rizos engominados en la nuca.
Llega acompañando a su señora madre, viuda de su Marido, que al entrar en el templo tiene que discernir sesudamente cuál es el palio de su hermandad, tal es el conocimiento y el interés de la señora por la cofradía familiar.
Mientras Pelayo reparte abrazos denodadamente, queriendo confraternizar con los que verdaderamente trabajan por su hermandad ( porque Pelayito jamás ha doblado la espalda más de 45º grados ni por la hermandad ni por nada) mamá escudriña el tocado de la Virgen hasta cerciorarse que lleva puestas las joyas que ella le presta todos los años, circunstancia ésta que referirá reiteradamente por la tarde en los palcos, junto con la historia del fajín donado por un tío suyo que fue militar destacado en la guerra de Marruecos, concretamente en el desembarco de Alhucemas, y a quién condecoró personalmente S. M. el Rey D. Alfonso XIII.

Este singular cofrade nunca ha pertenecido a junta de gobierno alguna, por algo será. Pero su familia alardea de que siempre le consultan a la hora de buscar a un nuevo hermano mayor.
Pelayo sale todos los años en su cofradía, pero nadie lo ha visto nunca vestido de nazareno. Él va siempre entre los ciriales, mirando al frente, saludando, sonriendo tras unas oscuras gafas de sol, y rara vez se le ha visto mirar a la Virgen, corriendo el riego además de que la cera desgracie su terno azul marino, de impecable factura.

A la hora de cerrar la iglesia, a eso de las dos de la tarde, aparece por allí Jimena, su novia de toda la vida , también de familia bien, guapa, de mechas rubias en el cabello y subrayando su imponente figura con un traje de chaqueta en color beige playa, de Domínguez, Adolfo. Pero a ella no le gustan las cofradías, secuela quizás de alguna desavenencia con las monjas de su colegio. Jimena es rebelde de B. M.W. y Chanel, y una vez que pasen por vicaría, espera ir retirando a Pelayo de su afición cofrade que, dicho sea de paso, no alcanza más allá del lunes o martes de Pascua, y  que con inusitada rapidez se transforma en afición al caballo para asistir a alguna romería universal, cambiando súbitamente la medalla de la cofradía por el catavinos de plata colgado al cuello
Como iba diciendo, Pelayo y Jimena ese día tienen la costumbre de ir a almorzar al restaurante de moda . Es una tradición. Otra singular costumbre que tiene Pelayo es la de ver pasar a la otra cofradía de su parroquia, menos rancia, pero mucho más popular y devocional que la suya, enmarcado en la puerta de un bar, de pie sobre el escalón y con un vaso de tubo en la mano,  haciendo comentarios a media voz girando la cara hacia el grupo de agradaores que siempre le acompaña, y que celebran el comentario con grandes risotadas justo al pasar la presidencia de la cofradía “hermana”. Él cree que una cofradía cuanto más selecta, más minoritaria , más antipáticos sean sus miembros y más desagradable sea el capiller, mucho mejor. Él lo considera un signo de distinción, y por eso le tiene manía a la ptra hermandad de su parroquia a la que toda la ciudad quiere y tanto venera a su Sagrado Titular.

Así es Pelayo. Ligado a la Semana Santa desde que su difunto padre le sacó unas potencias de plata a un orfebre en apuros y que en tiempos de carencias supuso el estreno más sonado de aquel año. Y bien que la familia lo lleva explotando de generación en generación.

No lo intenten buscar cerca. Aunque por estos lares algunos quisieran parecerse a este personaje (muchos aseguran que en peligro de extinción) es a unos noventa kilómetros de aquí donde tienen su verdadero hábitat, y donde con mayor abundancia proliferan. Ni para eso damos, gracias a Dios.

Hay que ver qué cosas se ven por ahí.

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