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jueves, 9 de mayo de 2013

EN POCAS PALABRAS: UN TESORO



Veinte frases, solo veinte frases le ha bastado al papa Francisco  para proclamar lo que son y lo que deben ser las cofradías. Lo hizo en su homilía pronunciada en la misa de clausura de la Jornada de las Cofradías y  de la Piedad Popular celebrada en Roma el pasado domingo, cinco de mayo. Los cofrades devanándonos los sesos y  llega S.S. El Papa con la sencillez de la que hace gala desde que accedió a la Santa Sede, y proclama en voz alta lo que somos, lo que debemos ser los cofrades en la Iglesia. Ya quisieran muchos pregoneros exaltar y alabar a las cofradías como lo hizo el papa el domingo de la Ascensión del Señor desde el mismísimo centro de la Cristiandad, desde la Plaza de San Pedro de El Vaticano. Yo no recuerdo un panegírico mejor ni exaltación más elocuente.  Y cada frase daría para un libro, para un tratado de teología, pero a ras de suelo, a nuestra altura.

Los cofrades perdidos en circunloquios y ha tenido que ser el papa quien nos ponga en nuestro sitio. Y vaya sitio en el que nos ha puesto. Se abrió de capa diciendo que estamos asistiendo a un verdadero redescubrimiento del valor de las cofradías, aunque algunos todavía no lo sepan, o no lo quieran ver, y nos sigan tratando como cristianos de segunda o tercera. Habló de que la Iglesia quiere y necesita a las cofradías como piedras vivas, que a lo largo de la historia han sido fragua de santidad; y sin embargo todavía en la diócesis hay quienes les encantaría que desapareciéramos, a lo mejor porque es más cómodo que no existamos a tener que arar en este campo, que bien trabajado daría frutos insospechados. Dio el Santo Padre legitimidad a nuestra forma de vivir la fe, sintiéndonos siempre parte de la Iglesia de pleno derecho, y resaltó la importancia de la piedad popular, de la que las cofradías son uno de los más claros exponentes, como lazo de unión entre la fe y la cultura de los pueblos otorgándole un papel indispensable para mantenerlas fundidas en la sociedad, y ponderó el incuestionable carácter evangelizador  de las hermandades. En definitiva y en pocas palabras no tuvo reparo en decir literalmente que: "Las cofradías son un tesoro para la Iglesia".

Pero también nos enseñó el pico de la muleta para llamar nuestra atención y para que mantengamos el rumbo fijo. Nos llamó a reforzar nuestra fe, a una mayor y mejor formación, a la oración personal, a cuidar la liturgia, a transmitir el Mensaje  con nuestros símbolos que entran por los sentidos, con los afectos, con nuestros ritos.... Pero para eso necesitaríamos quienes nos guiara, quienes nos ayudara, y quienes no nos vieran como enemigos.

El papa Francisco nos reta a ser evangelizadores, misioneros en nuestro tiempo, con el poder que tenemos los cofrades para entusiasmar, para contagiar a los que nos rodean la fe de la Iglesia con nuestras manifestaciones externas, de indudable e insuperable atractivo "para la gentes, para los sencillos"

Pero hay un aspecto donde el papa hace especial hincapié, como con preocupación, y es en la falta de eclesialidad. Mira si nos conocerá bien que dijo que "los problemas de la vida se superan dentro de la Iglesia". Porque ¿cuántas veces los problemas cotidianos, los desencuentros de  las  cofradías se han intentado solucionar fuera de nuestro ámbito natural que debería ser la propia hermandad, en el seno de la Iglesia, arrastrando el nombre de las cofradías por foros inadecuados,  queriéndolas juzgar con criterios políticos y sociales más que religiosos, exponiendo las vergüenzas de las cofradías para regocijo de nuestros enemigos, de dentro y de fuera, como correspondería a instituciones donde debería imperar la fraternidad, la corrección entre hermanos? Pero volvemos a lo mismo, siempre que haya voluntad también por parte de nuestros pastores. Porque sigue pareciéndome increíble que nuestra diócesis sea la única, repito, la única de Andalucía que no haya celebrado el Año de la Fe con algún acto extraordinario protagonizado por las hermandades y cofradías. Algo falla aquí, ¿o no es falta de eclesialidad la poca presencia de cofradías españolas en este congreso, o la escasa repercusión que ha tenido este acontecimiento en los medios de comunicación, ni siquiera en la prensa "morada" ni en las redes sociales? (pero nos tienen informados del hilo al pabilo de cosas tan trascendentales como que ya los capataces tienen los cuadrantes para el año que viene. Y no lo digo por los capataces, que están en su obligación de hacerlos, sino en que la prensa le da un relieve que no creo que tenga, o informarnos del color del manto que llevará determinada imagen de la Virgen en su salida extraordinaria).

Y termina el papa pidiéndonos que en todo momento las cofradías acudan a Cristo, qué discernamos qué es lo esencial y qué lo superfluo, recordando aquel "despojarnos del polvo del camino" de Juan Pablo II. Acabó su homilía con el gráfico simbolismo de comparar una procesión con el camino de la Iglesia hacia la Gloria, nuestro fin, como desde ya mismo harán muchas hermandades que se pondrán en camino hasta llegar a la gloria de una aldea rodeada de marismas.

Porque esto lo decía  Su Santidad el pasado domingo, precisamente cuando la Virgen del Rocío, máxima expresión en Andalucía de devoción popular, era paseada a hombros de su pueblo por las calles de Almonte, y no me cabe duda que  el Papa Francisco hablaba inspirado por el mismo Espíritu de la Paloma que cubre con su gracia a la Virgen desde el gloria de su palio. Como el primer Pentecostés.

Solo hace falta que escuchemos, y pongamos en práctica, esas veinte frases del Papa. 

1 comentario:

  1. Manolo, me he bebido la homilía sorbito a sorbito, despacio, saboreándola y la he colgado más de una vez. Ya era hora, el Espíritu del Señor sigue soplando en la Iglesia aunque a algunos les pese, genial, genial.

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