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jueves, 12 de diciembre de 2013

PRÉSTAMOS

"Permita Undivé que te nombren mayordomo de una cofradía pobre". Con este maleficio respondía la gitana al señorito que le negó una limosna. Pero si lo que verdaderamente pretendía la vieja mujer era desearle al payo trincón lo peor de lo peor, le debería haber deseado que lo nombraran, no mayordomo, sino prioste de una cofradía pobre, porque eso sí que es tener malas entrañas. Pero prioste de cofradía pobre de los de antes, no de los de ahora, que esos sí que supieron lo que era auténtica necesidad.

Hasta hace solo un par de décadas nuestras hermandades han arrastrado las carencias de patrimonio causadas por la pérdida de sus enseres en la Guerra Civil, y esto unido a la decadencia y estrecheces económicas de los años sesenta hicieron que al renacer las cofradías con nuevos ímpetus los priostes se las vieran y se las desearan para cumplir dignamente con sus cometidos. Fueron años, los sesenta y setenta, de puentes en las candelerías, flores de plástico y velas eléctricas. Fueron tiempos de mantos de raso, de altares de cultos donde los priostes se las ingeniaban con cuatro docenas de claveles , un par de metros de tela de damasco, rojo por supuesto, como todo patrimonio. Años de que las imágenes no se movieran de sus altares para los cultos, cuatro velas y dos jarras y se acabó. Hoy los priostes tienen de todo. Y si no lo tienen, no se las inventan como aquellos viejos priostes, sino que lo piden prestado.

En la actualidad es encomiable el desvelo de las hermandades  por presentar con todo el esplendor  a las imágenes, especialmente en sus cultos. Pero estamos asistiendo a un fenómeno exagerado de pedir prestados los enseres que no se tienen a otras hermandades, especialmente de pueblos, deseando ver sus cosas en hermandades de la capital, aunque luego, claro está, haya que corresponder a la inversa. Siempre se ha hecho, y todos los hemos hecho. Pero hasta para eso hay que saber pedir. Porque estos préstamos llevan el interés de que luego te presten a ti, si esa hermandad que te pidió tiene algo que prestar, que normalmente no es así. Quienes más piden, menos tienen que ofrecer. Aunque otras, aún teniendo, piden por vicio, por puro capricho de presentar una novedad en el altar. Ya se pide sin valorar la calidad de lo que se pide, no ya algo de culto interno, sino del mismísimo paso procesional. Aquí no nos cortamos un pelo a la hora de pedir. Y aunque lleves años cediendo esos enseres, el año que por su deterioro no los puedan dejar, la hermandad será una saboría, poco solidaria y mil cosas más.

Antes, cuando esto no era una competición de altares, cuando no había esa desmesurada obsesión por el escaparatismo cofrade, por dar el "pelotaso" en el besamanos de turno, donde la imagen de Cristo, y especialmente la de la Virgen, queda relegada a un segundísimo plano en favor del aparataje del altar, antes digo, se pedía prestado algo por un motivo muy concreto, para la bendición de una nueva imagen, para una salida o celebración extraordinaria, para una hermandad que empieza su andadura, para una ocasión única y especial, no como rutina continua. Estos respiraderos, este manto, este dosel que hoy vemos en este altar, mañana lo veremos en el de otra cofradía, y luego en otra, y en otra....

 Es más, hoy los priostes quedan marginados (o mejor dicho se automarginan), y son personas exteriores a las juntas de gobierno las que preparan los altares. Incluso rizándose el rizo, se está poniendo de moda ver que los vestidores, con su troupe de aplaudidores detrás, van de imagen en imagen, de hermandad en hermandad imponiendo su ley, usando sayas de unas en otras, usando prendas que a lo mejor han sido regaladas con toda la devoción a determinada imagen, y ese donante tiene que ver que a los dos días se la ponen a otra imagen, y luego a otra, y para la Cuaresma que viene a otra.

 Y todo esto, si no con la complicidad, al menos con la dejación de las juntas de gobierno que miran para otro lado, o que no tienen autoridad (vulgarmente llamado cojones) para dar un porrazo encima de la mesa y poner freno a este cachondeo que nos traemos con muchas imágenes.

Pero claro, para eso hay que tener las cosas claras, y no temer perder las próximas elecciones. Y cuidándose muy mucho de no incomodar al vestidor de moda no vaya a ser que se ofenda y vaya dejar tirada a la hermandad, porque a ver quién viste entonces a la Virgen, sin tener que llamar a ese muchacho de la hermandad, que quiere con locura a su Virgen, que la vestiría con respeto, con devoción y decencia, pero no tiene las manos tan divinas que tiene el número uno, o el dos, o el tres en el top ten de los vestidores de moda. Hasta aquí estamos llegando.

Por eso sirvan estas líneas en recuerdo de aquellos que con su imaginación, con todas las carencias del mundo, pero con todo el amor a su hermandad, supieron elevar a la categoría de arte esta maravilla cofrade que supone levantar un altar de cultos en honor y gloria de un Cristo o de una Virgen, sin pedir nada prestado a nadie, con cuatro candeleros de caritas y dos jarras orejonas, sin orfebrería, más lisas que la espalda de un violín, pero que suponía mantener la esencia de un estilo propio en cada hermandad, y sin pretensiones de participar en ningún concurso de altares con enseres prestados.

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