Powered By Blogger

jueves, 21 de junio de 2012

UN REBROTE PANDÉMICO


      

A ver cómo escribo yo esto sin que nadie se me tire a la yugular antes de tiempo. A ver cómo me puedo explicar sin herir a nadie, pero diciendo todo lo que pienso sobre el nuevo rebrote de esta especie de epidemia, casi pandemia por su rápida propagación, que convendremos en llamar Hispalifobia, y que después de tantos años  ya creíamos  erradicada como la viruela loca. Pero vuelve a aparecer, sobre todo en la población más joven. Será por falta de vacunación, causa sin duda de los recortes en Sanidad, si no, no se entendería.

Resulta que los onubenses de la capital somos muy dados a apropiarnos de lo que no es exactamente nuestro. Hablamos de nuestras playas cuando en realidad, a excepción de la del Espigón (a ver quién tiene calzones, Meybas por supuesto, de bañarse en la Punta del Sebo). Y es que Huelva como tal, no tiene playa (vaya, vaya… Ya empezamos). Alardeamos de los jamones de Jabugo cuando en la capital, que yo recuerde, jamás hubo  fábrica de este apreciado producto  que cualquiera que nos escuche se creerá que el polígono Polirrosa o el de San Sebastían están llenos de secaderos y curaderos de jamones, cuyo reino natural está en nuestra  sierra, no en la capital (¿veis?, ya me apropié de la Sierra). Nos vanagloriamos de los vinos, ¿alguien ha visto aquí alguna bodega llena de botas donde se críe o envejezca el caldo? En Huelva el mosto es de Gibraleón, el fino o el solera de La Palma y Bollullos, y el mistela de Moguer. Aquí las gambas son de la costa (así nos metemos todos); pero las coquinas son de Punta Umbría, la mojama de Ayamonte y la coca (la de dulce digo) de Isla Cristina.

 Nos volcamos y no reparamos en gastos para asistir masivamente a la más hermosa y  universal de las romerías, la de El Rocío, pero que pertenece y se celebra en honor de la patrona de Almonte, no de la de Huelva, y que con razón nos tienen que recordar de vez en cuando los almonteños. Hablamos sin propiedad de lo que en realidad es patrimonio de otras localidades.

 Nos arrogamos la gesta del Descubrimiento de tal manera que Colón parece que  en vez de salir de Palos de la Frontera zarpó de la Playa La Gilda, y que Juan Ramón Jiménez escribió Platero y yo sentado en un banco de la Plaza de las Monjas, ¿es que Palos y  Moguer no existen? Tenemos esa joía manía de  no discriminar, de no distinguir la Huelva capital de la Huelva provincia. De la que por supuesto nos sentimos más que orgullosos.

 Siempre habrá quién para defenderse esgrima el espíritu provincial, con ese buenismo tan propio  de quienes  se creen superiores. Claro que el cariño es recíproco  y  la inmensa mayoría de los pueblos de nuestra provincia siempre han menospreciado, cuando no ninguneado o  puenteado a la capital según les haya interesado, especialmente con la capital de Andalucía, y sobre todo en cuanto al comercio. Todavía recuerdo con bochorno cuando por los altavoces de El Corte Inglés de Sevilla se felicitaba a los clientes de Huelva por el día del San Sebastián, día que al ser festivo en nuestra cuidad muchos aprovechaban para ir de compras al ser laborable en la ciudad innombrable para algunos, pero que luego daba tonillo si tenías un pisito allí alquilado, o adquirido, para que estudiaran los niños. Ese pretendido espíritu provincial, si alguna vez ha existido, que se manifieste, porque nunca lo he visto. No intentemos abarcar con el pretexto capitalino  lo que no es nuestro, para eso ya está la Diputación haciéndolo al revés.


Luego también nos encanta  organizar una caravana de coches y banderas en cuantito que el Real Madrid o el Barcelona ganan algo, y hasta nos bañamos en la fuente de los bomberos como si hubiéramos nacido en  el mismísimo paseo de Gracia barcelonés o en el muy castizo de Chamberí, en Madrid.  Pero arremetemos contra el cofrade onubense que diga gustarle la Semana Santa de Sevilla, como si eso tuviera que conllevar obligatoriamente el desprecio por la de Huelva, o por Huelva, y nada más lejos de la realidad.

He conocido  y conozco a buenos onubenses, a grandes cofrades, de los históricos y de los de ahora, con una más que probada devoción por sus imágenes y denodado trabajo por la Semana Santa de Huelva  en general. Pero profesando al mismo tiempo una rendida admiración por las cofradías de Sevilla, y han querido para ellas, para las de Huelva, su mismo esplendor.

 Si nuestros pasos intentan andar como los de allí, caminan con marchas con nombres de las imágenes de allí, y si además se visten como las de allí; si nos pirramos por sacar un paso, o tocar un martillito de allí, si para levantar un paso se dice la misma arenga (vulgo tonterías) que allí, si las bandas se uniforman como las de allí, si tenemos cofradías aquí inspiradas  (cuando no fusiladas de cruz de guía a manto)  en las de allí, si copiamos gestos, petaladas, piropos, adorno en balcones como lo hacen allí; si lees una convocatoria de cultos de aquí y podría estar perfectamente pegadas en cualquier cancel de allí, y miles de cosas más importadas de allí, ¿por qué no nos dejamos de tanta trochería (vocablo netamente choquero) y somos más realistas? ¿A qué cofradías se van a parecer las de Huelva, a las de Jumilla o a las de Murcia, con la Semana Santa más importante del mundo a un tiro de Damas? Es como si nuestras romerías (y dale con nuestras)  en vez de parecerse a la del Rocío se parecieran a la de Santa Marta de Hortigueira, o a la de  Pobra Do Caramiñal, esa romería tan alegrita que sacan un ataúd en procesión, allí en Galicia

Muchas veces pienso que  lo mejor que ha hecho en su historia la Junta de Andalucía es ponernos a 45 minutos de la Semana Santa de Sevilla por  la a-49, al alcance de todos. A ver si yendo y viendo se nos va curando la Hispalifobia  Onubensis, porque es perfectamente compatible la devoción y la entrega a la Semana Santa de Huelva con la admiración por las cofradías de Sevilla en muchos aspectos, de ninguna manera en todos, ni muchísimo menos en todos; pero un buen espejo donde poder mirarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario