De todos es sabido que hay hermandades, como la de la Esperanza Macarena de Sevilla, que ejercen una innegable influencia en este tan peculiar, tan querido, y a veces tan difícil, universo de la Semana Santa. Todo lo que hace la Macarena es imitado, principalmente en lo estético. Sus cánones son reproducidos hasta el plagio, aquí y fuera de aquí, traspasando fronteras locales, regionales y nacionales. Todo lo que la Macarena toca lo universaliza, le da una trascendencia y una repercusión que ninguna otra cofradía es capaz de hacer. En esa hermandad nos miramos todos. Por eso no me extrañó absolutamente nada cuando leí hace unos días que podemos encontrarnos imágenes de la Virgen Macarena en iglesias de ciento ochenta y tantos países del Mundo. Por algo será.
Y también por eso, o precisamente por eso, y a mi
entender, tiene tanta importancia lo ocurrido el pasado domingo en las
elecciones de esta hermandad.
¿Y qué es lo que ha ocurrido? Pues ni más ni menos que
los hermanos de esta popularísima cofradía, mayoritariamente, han vuelto a dar
una lección de cordura. Otra más.
No tengo el placer de conocer personalmente a
ninguno de los dos contendientes en esta dura batalla para alcanzar la vara de
las capillas, no tengo ni filias ni fobias hacia ninguno de los dos, en
principio.... Es más, leyendo sus programas electorales (qué trabajito me
cuesta utilizar esta expresión referido a las cofradías) no hay apenas
diferencias del concepto que ambos tiene
de lo que debe ser su hermandad. Además, el macarenismo de los candidatos
estará más que demostrado, supongo. Entonces, ¿por qué esta guerra, este torneo cerca de la
calle Torneo para lograr dirigir las huestes de esa Dama, y vaya Dama? Y como
el romanticismo no se estila, ya sé que
no se estila, ni creo en el buenismo, ¿por qué entonces el candidato más joven
no respetó el segundo mandato de su contrincante antes de meter a su hermandad
en este fregado electoral con dos candidaturas cuando no había ninguna
necesidad, por más derecho que tenga, que los tiene, y por muy legal que fuera,
que lo es.
Y es que por más
educación que se tenga, por muy elegante que se sea, en un proceso electoral
con dos (o más) candidaturas, al final las hermandades siempre se resienten, quedan
tocadas, y algunas hasta heridas de muerte. Aunque este no sea el caso.
Y además alterando la paz social en una hermandad
que celebra gozosa un Año Jubilar, que
culminará con la celebración del cincuenta aniversario de la Coronación
Canónica de la Virgen de la Esperanza. Y a lo mejor por eso alguien ha podido
pensar que esto se ha hecho buscando únicamente la foto que la hermandad lleva esperando
más de cincuenta mayos, la imagen de la Virgen presidiendo un pontifical en la
Plaza de España. Pero con él en la foto.
Por eso creo que los hermanos de la Macarena han
dado un ejemplo de cordura propinando un puñetazo encima de la mesa (electoral)
y la seria advertencia de que con la Macarena no se juega. Han dado un porrazo,
una llamada de atención con el martillo del dragón, como queriendo decir que
quién aspire a hermano mayor, tendrá que hacerlo sin romper la paz del atrio, desde
dentro, que los lógicos cambios generacionales se deberán suceder sin fracturas,
que la vara dorada se vaya pasando como testigo en la carrera de fondo,
multisecular, de esta hermandad. Han dado la orden expresa de que si hay
distintas sensibilidades dentro de la hermandad, que se pongan de acuerdo y no
se rompa nunca la unidad a la hora de renovar el gobierno de la cofradía.
Este frenazo en seco al aspirante supongo que
enfriará muchos ánimos, porque de haber triunfado no sería de extrañar que en
las sucesivas elecciones pudieran haber dos, o tres, o cuatro candidaturas.
Todos sabemos que ser hermano mayor de la Macarena es más, mucho más que ser
alcalde de Sevilla. Siempre habrá quien apetezca el cargo.
Se comenta en los Evangelios que cuando Santa María Magdalena, San Juan y San Pedro acuden corriendo
al Sepulcro después de resucitar Jesucristo, por la agilidad propia de la edad,
llegó primero San Juan. Pero no entró. Por respeto a la edad de San Pedro, o
por miedo al Sepulcro vacío, esperó que el apóstol más anciano entrara antes.
Pues eso es lo que el candidato más joven debería
haber hecho. Por respeto a las canas, o por miedo al daño que pudiera hacer a
la institución, debería haber esperado que se cumpliera el segundo mandato de
D. Manuel García, porque da mucho que pensar que alguien le haga frente a quien
le puso en su junta y, por tanto, considerado como persona de su confianza.
Si los hermanos han actuado así no ha sido por casualidad,
saben que actuaciones como estas hay que cortarlas de raíz por el bien de la
hermandad. Estoy seguro de que tardaremos algunos años en que se repita esta
misma situación. Hay leyes no escritas en las hermandades que deberían seguir en
vigor, como la de respetar el segundo mandato de la junta gobernante, y muchas
otras más que se están perdiendo en esta carrera hacia el vacío a la que
aparentemente se han lanzado nuestras cofradías.
Por eso solo queda felicitar a los hermanos por la
decisión adoptada el pasado domingo. Solo un lunar, el exceso en la celebración
de la junta ganadora, solo justificable por la tensión acumulada durante los
días previos y durante la propia jornada de las elecciones. Y porque no
sabemos, gracias a Dios, lo que habrán tenido que soportar, unos y otros;
aunque unos más que otros. Quien ha pasado por ahí lo sabe y lo comprende
perfectamente.
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