Refieren los
más viejos del pueblo, en Valverde del Camino, una lapidaria sentencia que dice
que "una persona, para ser limpia, tiene que tener muchos detalles".
El dicho tiene su enjundia y lleva una carga de profundidad que se las trae,
por verdadero y por apuntar al perfeccionismo, al agradecimiento, tan en desuso
en estos tiempos.
Tan desacostumbrado está en la actualidad eso de "tener detalles", de ser agradecidos, que hasta se ha contagiado y lo ha llevado a rajatabla la Casa del Rey (y la Casa Real) en la entronización del nuevo monarca S.M. El Rey D. Felipe VI (q.D.g.)
Tan desacostumbrado está en la actualidad eso de "tener detalles", de ser agradecidos, que hasta se ha contagiado y lo ha llevado a rajatabla la Casa del Rey (y la Casa Real) en la entronización del nuevo monarca S.M. El Rey D. Felipe VI (q.D.g.)
Siguiendo con la tradición de los borbones, un nuevo
reinado comienza con la falta de ciertos detalles que bien se podrían traducir
como grandes desaires a un grupo de ciudadanos, mayoritario en este país que
llamamos España, como es el católico. Porque al rey de una dinastía que desde
el siglo XV lleva entre otros honorables títulos el muy honroso de Católica
Majestad, nada le hubiera costado jurar sobre una biblia y ante un crucifijo, y
sin que esto pueda suponer desprecio hacia ninguna otra religión ni creencia.
En monarquías europeas que solemos admirar y que calificamos de avanzadas no tienen el complejo que tenemos aquí. No tienen reparo en tomar posesión de la Corona en una iglesia, o a asistir a un tedeum. Y no digo ya que aquí se hubiera celebrado una Misa de Espíritu Santo en Los Jerónimos Reales, cosa que siempre se hizo y que no creo que le hubiera hecho daño a nadie. Pero al menos haber puesto a Dios por testigo de lo que se jura, como hacen en sociedades tan poco sospechosas de "nacionalescatolicismos" como la de EEUU, donde en la toma de posesión de un nuevo presidente se nombra a Dios hasta en cinco veces. ¿No hubiera sido esto mejor y más auténtico que besarle el anillo en la recepción al Nuncio del Papa en España?
O simplemente haber visitado la Catedral de la
Almudena que está a treinta metros del Palacio Real donde se celebró la
recepción oficial, por cierto donde no fueron invitados ningún representante de
ninguna casa real ni ningún jefe de estado. ¿Qué menos que hubiera estado
presente el Cuerpo Diplomático acreditado en España? Y no me refiero a haberlos
agasajado con una pantagruélica cena, ni de echarle al pueblo una corrida de toros
en Las Ventas, ni de que el día acabase con "una vistosa sesión de fuegos
artificiales en los Jardines del Moro". No se trata de eso. No están los
tiempos para eso.
Pero da la penosa sensación de que se haya
organizado una coronación de tapadillo, sin querer alborotar mucho el gallinero,
como para tener contentos precisamente a aquellos que le señalaron al bisabuelo
del actual Rey de España y Jerusalén el camino del exilio por Cartagena.
Porque no quiero pensar que todo un Borbón se haya
dejado intimidar por cuatro banderas republicanas para desposeer su acto de
entronización de cualquier simbología católica; o que le puedan dos tetas más
que dos carretas... No lo creo.
Creo que la prensa, en esto, sí que ha sido
tremendamente cortesana. Ha acallado este detalle con un apagón informativo
casi unánime. Como el detalle resuelto en desaire que en la primera audiencia
con las ONGS, amplia y diversa donde casi todas tuvieron cabida, no fueran
invitadas algunas de ideario católico, como la del Derecho a la Vida. Y a nadie
parece importarle, pero ya es significativo este detalle, este nuevo desaire
para ir abriendo boca.
Que España, como estado, sea constitucionalmente
aconfesional no quiere decir que tenga que ser atea, por narices. Es como si un
maestro no pudiera ir a misa porque sus alumnos no fueran creyentes. O que un
cirujano no pudiera ser católico porque opera a musulmanes, baptistas o
protestantes.
Habría que recordarle a S. M. que lo mismo que creo
que España no es republicana, ni hoy ni mañana, tampoco España es monárquica.
Hasta ahora ha sido Juancarlista, porque el anterior monarca se ganó nuestra
confianza a pulso, porque le ha sabido agradecer, aunque con parquedad,
cicatera como siempre, lo que D. Juan Carlos ha hecho por nuestra nación, a
pesar de sus errores, casi ninguno políticos ni institucionales, casi todos de
índole personal. (Uf, como lea esto Peñafiel...aunque no creo...)
Así que es ahora
al Rey Felipe a quien le corresponde ganarse nuestra confianza y nuestro apoyo,
y mal comenzamos, al menos para mí, si empezamos borboneando con la religión
del noventa por ciento de los españoles, ninguneando a los católicos con eso
tan de los Borbones de tratar peor a los que más fieles les son. Ahí está la
Historia para corroborarlo.
A pesar de todo y deseándole un muy feliz y
fructífero reinado (por la cuenta que nos tiene) no tengo empacho de gritar de
corazón un ¡¡¡VIVA EL REY !!! ,como garante de la unidad de nuestra nación. Y desde el alma y sin complejos al uso un ¡¡¡
VIVA ESPAÑA !!!.
(Cuando estoy terminando de escribir esto, escucho
en un informativo que mañana SSMM Los Reyes empiezan su primer viaje como
monarcas al extranjero, y que su primer destino es El Vaticano para
entrevistarse con SS El Papa Francisco. Bien, pienso para mis adentros. Pero
inmediatamente aclaran que es el primero porque es la Santa Sede el primer
estado en confirmar fecha. No vaya a ser que alguien se moleste porque un rey
católico vaya a visitar al jefe de la Iglesia Católica....¿Es lo que digo o no
es lo que digo? España y sus complejos... Los Borbones y sus desaires, con
menos detalles que el salpicadero de un Panda).