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domingo, 1 de junio de 2014

SUSPIROS DE ESPAÑA

Me voy a arriesgar. Me voy a tirar a la piscina sin pensar y sin importarme dentro de qué grupo de cofrades me puedan encasillar, de que me puedan tachar de friki, cuando tantas veces me tildaron de rancio.

Y es que como dice mi amigo Rafa Prada, nadie que se precie de cofrade puede ser ajeno ni puede abstraerse a lo que ocurra en el universo macareno.

En estos días donde se ha puesto de manifiesto la desmesura que rodea todo lo referente a la Virgen de la Esperanza, especialmente la desmesura humana, hemos sido testigo de que  (más que esta hermandad) esta imagen de la Virgen y su inmensa devoción, marca claramente la diferencia. No todo ha sido ejemplar en los actos extraordinarios celebrativos del cincuentenario de su coronación canónica. Pero hay cosas, detalles, que para mí ha rayado lo sublime.

 Sería casi imposible en breves líneas analizar todo lo vivido, en el traslado, en el multitudinario (y un tanto parco) besamanos, en su triduo, que ha hecho que recordáramos con nostalgia aquel imponente de hace veinticinco años, con el terliz persa cobijando el paso de palio en el más grandioso altar efímero jamás concebido, ideado por D. Luis Becerra, director por aquel entonces del área de cultura de la Caja de Ahorros San Fernando de Sevilla. Aunque también habría que saber qué se hubiera hecho si no hubiera sido obligatorio que este triduo se celebrara en el altar del jubileo, que poco o nada deja abierto a la creatividad.

Pero nadie podrá decir nada negativo, ni poner en duda la grandiosidad de la función conmemorativa celebrada en la Plaza de España. Insuperable.

Y dentro de esa función dos momentos que, como todo lo que hace la Macarena, rápidamente se convierte en hitos que por arriesgados rozan en lo polémico.

Para mí, el hecho de que el palio saliera del recinto celebrativo con Suspiros de España es como dice mi amiga Angustias: "quizás no sea lo propio, pero que propio quedó".

 Y es que todo lo que toca la Macarena lo hace suyo. Esto del pasodoble, como la Gloria que dice Barbeito, también le viene al pelo a esta imagen única, personal e irrepetible. Porque todo hay que verlo en el contexto. Distinto hubiera sido si este inmortal pasodoble hubiese sido interpretado en el recorrido oficial. Distinto que en vez de haber sido interpretado a gran orquesta lo hubiera tocado una banda de música, incluida la excepcional banda de Salteras que la acompaña. Creo que tuvo lugar en el momento y en lugar preciso. Había una magia que qué más quisiera yo poder describir aquí con palabras. Misión imposible.

No así ocurrió con la interpretación por Estrella Morente de la Salve Macarena, con letra de León y música del maestro Quiroga, a quien tuve el honor de conocer en Huelva, en la Parroquia Mayor de San Pedro cuando se estrenó su célebre Misa por sevillanas. Quizás un tanto sobreinterpretada.
Mucho mejor, aunque con menos facultades de voz, y sin querer emular a su creadora, la inimitable Juana Reina, esta misma salve se la cantó a la Virgen una señora con el acompañamiento de una sola guitarra desde un balcón de la Resolana en el traslado a la Catedral. Sabía mejor por más popular, por mucho más devota, por más sentida y por más auténtica.

 A vueltas con el pasodoble, he podido leer que la que se hubiera formado si se le hubiera tocado a cualquier otra imagen los Suspiros de España. Y a lo mejor tienen razón los que así opinan o más bien se lamentan. Pero lo mismo ocurre con el pellizquillo de su frente, que solo  Ella lo sublima cuando en otras imágenes se vulgariza; o sus mariquillas, esas que al temblar hacen que parezca que la Virgen respira, personales e intransferibles solo en su pecho, o el mero hecho de exponer su Sagrada Imagen sin manto y sin corona en besamanos ese día de diciembre que baja de su camarín sin que pierda ni un sólo ápice de su señorío ni de su imponente majestad. La Macarena deshace la ortodoxia a su antojo. Lo que en otras sería impensable, en Ella nos parece natural. Y repito que no es cuestión de justificar todo lo que hace la Macarena. Pero es verdad que la Macarena todo lo hace distinto.


 Y nadie se puede molestar contra la evidencia. Esta imagen tiene algo indefinible que la hace ser lo que es, distinta a las demás. Inalcanzable. Y que conste que yo no me considero "macareno". Pero tengo ojos en la cara. Y mucho visto. Y lo que me hace sentir esta imagen es inexplicable, más que incomprensible.

 El verdadero peligro estriba ahora en la exageración, en ese "pues yo más" que provoca imitar lo inimitable, en el seguro intento de superar lo insuperable y a saber qué coto habrá quedado abierto y para qué músicas. A ver qué oímos desde ahora detrás de los palios con tal de superar los Suspiros de España de la Macarena, como opina mi amigo Rafel R. Moya.

Y es que la Macarena es así. La Esperanza todo lo adapta a su forma, todo lo "macareniza", todo lo hace suyo, tanto que desde que  la hemos visto caminar al compás de Suspiros de España, cada vez que lo oigamos de aquí en adelante se nos vendrá a la memoria un día luminoso de mayo, en el mejor altar de cerámica y ladrillos rojos que solo Ánibal González pudiera soñar, y un paso de palio de ensueño reflejado en las aguas de la ría de la Plaza de España. Y que nadie se extrañe si a partir del mediodía de ayer este popular pasodoble deje de llamarse Suspiros de España y empiece a ser conocido como Suspiro de Esperanza. De la Esperanza Macarena, por supuesto.


Lo dicho, llamadme friki. Pero a mí me gustó.

https://www.youtube.com/watch?v=tn3BtNmtCyg

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