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domingo, 29 de junio de 2014

PEQUEÑOS DETALLES, GRANDES DESAIRES



 Refieren los más viejos del pueblo, en Valverde del Camino, una lapidaria sentencia que dice que "una persona, para ser limpia, tiene que tener muchos detalles". El dicho tiene su enjundia y lleva una carga de profundidad que se las trae, por verdadero y por apuntar al perfeccionismo, al agradecimiento, tan en desuso en estos tiempos.

Tan desacostumbrado está en la actualidad eso de "tener detalles", de ser agradecidos, que hasta se ha contagiado y  lo ha llevado a rajatabla la Casa del Rey (y la Casa Real) en la entronización del nuevo monarca S.M. El Rey D. Felipe VI (q.D.g.)

Siguiendo con la tradición de los borbones, un nuevo reinado comienza con la falta de ciertos detalles que bien se podrían traducir como grandes desaires a un grupo de ciudadanos, mayoritario en este país que llamamos España, como es el católico. Porque al rey de una dinastía que desde el siglo XV lleva entre otros honorables títulos el muy honroso de Católica Majestad, nada le hubiera costado jurar sobre una biblia y ante un crucifijo, y sin que esto pueda suponer desprecio hacia ninguna otra religión ni creencia.


En monarquías europeas que solemos admirar y que calificamos de avanzadas no tienen el complejo que tenemos aquí. No tienen reparo en tomar posesión de la Corona en una iglesia, o a asistir a un tedeum. Y no digo ya que aquí se hubiera celebrado una Misa de Espíritu Santo en Los Jerónimos Reales, cosa que siempre se hizo y que no creo que le hubiera hecho daño a nadie. Pero al menos haber puesto a Dios por testigo de lo que  se jura, como hacen en sociedades tan poco sospechosas de "nacionalescatolicismos" como la de EEUU, donde en la toma de posesión de un nuevo presidente se nombra a Dios hasta en cinco veces. ¿No hubiera sido esto mejor y más auténtico que besarle el anillo en la recepción al Nuncio del Papa en España?


O simplemente haber visitado la Catedral de la Almudena que está a treinta metros del Palacio Real donde se celebró la recepción oficial, por cierto donde no fueron invitados ningún representante de ninguna casa real ni ningún jefe de estado. ¿Qué menos que hubiera estado presente el Cuerpo Diplomático acreditado en España? Y no me refiero a haberlos agasajado con una pantagruélica cena, ni de echarle al pueblo una corrida de toros en Las Ventas, ni de que el día acabase con "una vistosa sesión de fuegos artificiales en los Jardines del Moro". No se trata de eso. No están los tiempos para eso.


Pero da la penosa sensación de que se haya organizado una coronación de tapadillo, sin querer alborotar mucho el gallinero, como para tener contentos precisamente a aquellos que le señalaron al bisabuelo del actual Rey de España y Jerusalén el camino del exilio por Cartagena.



Porque no quiero pensar que todo un Borbón se haya dejado intimidar por cuatro banderas republicanas para desposeer su acto de entronización de cualquier simbología católica; o que le puedan dos tetas más que dos carretas... No lo creo.


Creo que la prensa, en esto, sí que ha sido tremendamente cortesana. Ha acallado este detalle con un apagón informativo casi unánime. Como el detalle resuelto en desaire que en la primera audiencia con las ONGS, amplia y diversa donde casi todas tuvieron cabida, no fueran invitadas algunas de ideario católico, como la del Derecho a la Vida. Y a nadie parece importarle, pero ya es significativo este detalle, este nuevo desaire para ir abriendo boca.


Que España, como estado, sea constitucionalmente aconfesional no quiere decir que tenga que ser atea, por narices. Es como si un maestro no pudiera ir a misa porque sus alumnos no fueran creyentes. O que un cirujano no pudiera ser católico porque opera a musulmanes, baptistas o protestantes.

Habría que recordarle a S. M. que lo mismo que creo que España no es republicana, ni hoy ni mañana, tampoco España es monárquica. Hasta ahora ha sido Juancarlista, porque el anterior monarca se ganó nuestra confianza a pulso, porque le ha sabido agradecer, aunque con parquedad, cicatera como siempre, lo que D. Juan Carlos ha hecho por nuestra nación, a pesar de sus errores, casi ninguno políticos ni institucionales, casi todos de índole personal. (Uf, como lea esto Peñafiel...aunque no creo...)


 Así que es ahora al Rey Felipe a quien le corresponde ganarse nuestra confianza y nuestro apoyo, y mal comenzamos, al menos para mí, si empezamos borboneando con la religión del noventa por ciento de los españoles, ninguneando a los católicos con eso tan de los Borbones de tratar peor a los que más fieles les son. Ahí está la Historia para corroborarlo.


A pesar de todo y deseándole un muy feliz y fructífero reinado (por la cuenta que nos tiene) no tengo empacho de gritar de corazón un ¡¡¡VIVA EL REY !!! ,como garante de la unidad de nuestra nación.  Y desde el alma y sin complejos al uso un ¡¡¡ VIVA ESPAÑA !!!.


(Cuando estoy terminando de escribir esto, escucho en un informativo que mañana SSMM Los Reyes empiezan su primer viaje como monarcas al extranjero, y que su primer destino es El Vaticano para entrevistarse con SS El Papa Francisco. Bien, pienso para mis adentros. Pero inmediatamente aclaran que es el primero porque es la Santa Sede el primer estado en confirmar fecha. No vaya a ser que alguien se moleste porque un rey católico vaya a visitar al jefe de la Iglesia Católica....¿Es lo que digo o no es lo que digo? España y sus complejos... Los Borbones y sus desaires, con menos detalles que el salpicadero de un Panda).

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