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miércoles, 8 de junio de 2011

OTRO ROCÍO DISTINTO


El rumor de los cascos de los caballos sobre el pavimento, el tamboril y la flauta, el estruendo del cohete que deja su golpe de incienso en el azul del cielo, guitarras, palillos, palmas y panderetas, sevillanas, tintineo de campanillas en la carreta del simpecado, ángelus al mediodía y rosario al atardecer, noche de hogueras, arenales, revuelo de bronce en la espadaña del santuario, vivas, eterna sucesión de salves…..La Virgen del Rocío.

Sonidos éstos que en esta tarda primavera pone banda de emociones a un nuevo Pentecostés, a una nueva romería, la más hermosa de las que se celebran en todo el Mundo en honor de la Virgen.

Pero hay otro Rocío  como reflejado en el cristal negro de un Lunes Santo, penitencial y austero, donde el Rocío del Cielo se derrama en las mejillas de una virgen que llora, rociándonos de Esperanza:

“… hay en este lunes la evocación de un Rocío tamizado de Esperanza. Hay un volver peregrino siguiendo las huellas que la virgen de la cofradía del Calvario ha dejado marcadas sobre un arenal de silencios. Hay una celebración mariana como vista, en sus formas, desde la cara opuesta, que no oculta, de nuestra devoción a María, en un Rocío distinto, pero tamizado de Esperanza:

¡ Ay qué Rocío más triste
el de esta callada Esperanza!
¡Ay qué Rocío más frío
sin tamboril y sin flauta
en una marisma llena
de dolor y desconfianza,
donde de noche galopan
jinetes de sombras y dagas,
puñales de penas amargas,
que te traspasan el alma!

¡Qué Rocío sin caminos
y sin arenas doradas
pues la senda que caminas
es de piedra descarnada
sembrada de abrojos y espinas!

¡Ay qué extraño este rosario
sin antorchas ni bengalas,
solo el sendero te alumbra
cirios de miel destilada,
- luminoso antifonario-
tinieblas en la vaguada
que te conduce al Calvario!

Pero…
¡Ay qué Rocío tan bello
éste del silencio y de la calma,
qué otro Pentecostés,
en vez de fuego, de lágrimas.
Porque a veces los silencios
valen más que las palabras
y aunque se cierren los labios
haces que el alma se abra.
Y te colman de piropos
el crepitar de los cirios
y la flor en flor cortada,
tres golpes de llamador,
y un rachear de alpargatas,
pues para ti el silencio
es plegaria y alabanza
que muda hasta ti se alza
Reina de tristeza en el Rocío
y Señora de la pena en la Esperanza!

Sí que hay otro Rocío. Y seguro que a algunos les parece tan hermoso, o más incluso, que éste de Pentecostés. ¿O no, Rafa?

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