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jueves, 2 de junio de 2011

AQUEL TIEMPO DE ESPERANZA


Seis años menos un día. Desde el cuatro de junio de 1994 al tres de junio del año 2000. Desde la imposición de la Medalla de Oro de la Ciudad, hasta su Solemne Coronación Canónica, Huelva vivió un tiempo feliz en la esperanza y con la Esperanza. Y la hermandad de San Francisco atravesó, posiblemente, el periodo más brillante de su historia. Si incluimos la realización de su templo, sin duda alguna el más brillante.

Pero al mismo tiempo, a la estela que iba dejando la hermandad de la Esperanza en su empresa, de algún modo también la Semana Santa, las cofradías y Huelva vivieron días de gloria.

Toda una perfecta y meditada programación de actos jalonaron ese tiempo, que ya va siendo de oro en la memoria, y que nunca antes habíamos vivido en nuestra ciudad. Fueron actos de intensidad plástica y de profunda espiritualidad, brillantes, concebidos con mimo, con la sabiduría que da la entrega sin límites a una causa, pues todo logro quedaba validado por la unción religiosa con el que quedaba impregnado, y como muestra imperecedera quedó su palpable obra social. La belleza de todas las artes y artesanías, la música, la poesía, la pintura, el bordado, la orfebrería, todo se puso como ofrenda de devoción a la Virgen de la Esperanza. Tanto se hizo que merecieron la atención y el interés de SS MM los reyes de España, que honraron con su presencia las vísperas del esperado día de la Coronación.

En ese arco de años que comienza a las puertas del Ayuntamiento, al quedar prendida sobre su pecho la Medalla de la Ciudad, y que termina en la Plaza de las Monjas cuando el obispo de la Diócesis manifiesta el amor de los onubenses y el de la Iglesia de Huelva a la Virgen de la Esperanza coronando su Sagrada Imagen, ha quedado como piedra fundamental en el edificio de la historia religiosa y civil de nuestra ciudad.

Sirvan estas líneas, ahora que se conmemoran dichas efemérides, como reconocimiento a los que las hicieron posibles. A los que consiguieron que el nombre de la Esperanza no se le cayera a Huelva de los labios. A quienes lograron que el apellido “Coronada” acompañara a la primera dolorosa de Huelva y de la Diócesis.

Y sirvan también como homenaje y gratitud estas otras letras que el bendito nombre de la Esperanza inspiró para el pregón de  Semana Santa del año 2006:

“”…. Y a tu nombre, Esperanza Coronada, Huelva se congrega a tus plantas y te reza, y te alaba, y por saetas vocea todo el amor que te guarda y en su bendito delirio, transida, Huelva te grita guapa y a lágrima viva a tu marinería ensalza:

¡Pero qué bonita viene
la Virgen de la Esperanza!

Viene mecida en el aire
como la flor en su vara.
Trae en su palio un vaivén
de olas suaves y largas
con el reflejo del sol
en la luz de su mirada

¡Qué porte de reina trae
la Virgen de la Esperanza!

Lleva la noche en el pelo
y corales en la saya.
Le da la luz de la cera
color de arena de playa
y  veladura morena.

Trae un rostrillo de espuma
y de blondas nacaradas
con filos de atardeceres
y encajes de luna clara,
prendido con alfileres
de una salina de plata.

Lleva una ensarta de perlas
rodeando su cintura
y todo el verdor del mar
por manto que nos procura
amparo en la adversidad,
seguridad en la duda.

Trae la corona llena
de brillantes y esmeraldas
y en el fajín que la ciñe
el rango de Capitana
del barco donde navegan
las ilusiones huelvanas.

¡Y qué dolorosa pasa
la Virgen de la Esperanza!

Llora lágrimas de sal
que le brotan de una pena
tan profunda como el mar
a esta rosa marinera,
que vino con la pleamar
y quedándose en la arena
aquí se quiso quedar,
ya no volvió a regresar
otra vez con la marea.
¡Y qué galana aparece
la Virgen de la Esperanza
gobernando su navío
en el mar de la confianza!

Entra ya en puerto seguro
recala tu barco aquí
en la bahía que Huelva
siempre tuvo para ti.
Pliega velas y echa anclas
en este fondeadero
donde jamás embarranca
la quilla de tu velero.

Pon fin a tu singladura
atracando de costero,
echa  el rezón por amura
y provoca la locura
de este pueblo marinero
que ve en tus ojos serenos
la clara salvación segura.

Por ser brisa de bonanza,
por ser estrella en su mar
porque tu sonrisa, sin más,
los temporales amansa,
porque Huelva te creó
a su imagen y semejanza,
de su risa y su dolor
eres fiel de su balanza,
y porque sabe que en ti
toda la gloria la alcanza
quiere, Señora, que aquí
reine siempre tu Esperanza.””

Y ese día suelto, ese de los seis años menos un día, como una dulce y felicísima condena, el que queda para el sexenio más brillante de la Esperanza, está aún por llegar. Porque también hay esperanza para la Esperanza. En Ella confiamos.

Spes Nostra, Regina Coronatta et Mater Dei, ora pro nobis.

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