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jueves, 3 de noviembre de 2011

TRILOGÍA DE LA CARRERA OFICIAL (II) LA ESTACIÓN DE PENITENCIA

No me asalta ni la menor duda del fervor con el que hacen estación de penitencia los miles de nazarenos que procesionan en nuestras cofradías. Ni soy yo quién  para valorar la medida de la devoción con la que cada uno entra en la Concepción para cumplir este precepto cofrade, que debería dar sentido  a nuestras procesiones y a nuestra carrera oficial. Todavía no se ha inventado el “Devotómetro” para poder medir la intensidad del amor a Dios y de su compromiso con Él y con su Iglesia.

Que las cofradías son entidades religiosas tendrán que reconocerlo hasta los que solo ven en ellas el componente cultural (que sin duda tienen) y al menos reconocerán el “hecho religioso” en la estación de penitencia de las hermandades. Y que de actos así dependerá en gran parte la imagen que de nosotros tenga la sociedad.

Pero si esta sociedad debe forjarse una idea de las cofradías a tenor de las imágenes que  nos ofrecen las televisiones locales desde el interior de la Concepción al hacer estación de penitencia, preferible que se queden con la parte cultural, antropológica y hasta lúdica, porque hablan claramente que la forma (eso que tanto nos gusta cuidar a los cofrades) es manifiestamente mejorable. 

Condicionantes como el espacio interior del templo reducido por la ocupación de los pasos de las cofradías allí establecida y la ubicación de la capilla sagrario, imposibilitan una mejor y más lógica estación de penitencia. Y que conste que la solución no pasa, ni muchísimo menos, como se oyó decir en alguna que otra ocasión, por montar un “monumento” en el atrio de la iglesia durante todos los días de la Semana Santa. Esto denota no tener ni idea de lo que es un monumento eucarístico, ni un sagrario ni de lo que es el Santísimo Sacramento del Altar.

Y es que volvemos al problema de siempre: No hay un lugar adecuado ni la infraestructura necesaria. Nada imputable a la parroquia de la Concepción, de la que me consta su disponibilidad y de la infinita paciencia de sus tres cofradías. Por cierto que esta emblemática parroquia de Huelva es de las pocas que exponen diariamente  a S. D. Majestad y ante la que se postran numerosos fieles para adorar, pero donde también se aprecia la falta de jóvenes, cofrades o no, arrodillados ante la custodia. Aquí tenemos un extenso  campo donde puedan arar los diputados de culto y formación. Algo tan sencillo y tan grande como enseñarles, ya que al parecer nadie se ha preocupado,  que ahí, en la custodia, está real y verdaderamente presente Jesucristo Sacramentado.

Porque si algo tan elemental como la adoración al Santísimo no se hace, o por desconocimiento o por falta de fe, ¿cómo se va a poder hacer una estación de penitencia en condiciones? Algo tan fácil como enseñarles cantar el Pange Lingua y que se sepa asistir a una exposición y a una bendición, o simplemente recordarles que antes de entrar a ver al Nazareno hagan una genuflexión ante el sagrario de la parroquia. ¡Será por enseñarles a querer los ritos más ancestrales de nuestra religión!

Si se va a hacer una estación de penitencia, hagámosla bien, aún con los pocos medios de los que disponemos. Seguro que hay fórmulas  que la llenen de contenido. No cuesta trabajo intentarlo. Sería la única forma de hacer realidad eso que tanto nos gusta poner al pie de las convocatorias de cultos,  eso de A. M.D.G et B.V.M., a  Mayor Gloria de Dios y de la Beata Virgen María. De lo contrario seguiremos desfilando por una pasarela cofrade y nos dedicaremos al pasar a ver montados los pasos de la Concepción. O a rezarle un padrenuestro al Nazareno de la Concepción, como cualquier tarde.

 Miren, miren si no los resúmenes de Semana Santa de las televisiones locales.

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