Los drásticos
recortes que el gobierno de la nación ha aplicado como medida necesaria
para según ellos poder salir de la crisis, activar la economía y crear
empleo, ha desatado un torrente de opiniones en las redes sociales,
especialmente en Facebook.
Lo mismo que
cada español llevamos dentro un seleccionador nacional, también llevamos un
político, incluso a un presidente del gobierno que arreglaría esto de un
plumazo. Así que, por una vez y sin que sirva de precedente, me gustaría
expresar mi opinión en este espacio que en absoluto fue creado para la
política, sino para algo mucho más noble para mí como son las cofradías y el
conjunto de la Semana Santa.
Soy maestro de
primaria, de eso vivo, esa fue desde siempre mi vocación, la política me ha
interesado en tertulias de café, y en el
sagrado momento, (para mí la única y esencial grandeza de la democracia) de
elegir a mis representantes con mi voto. Nunca he estado arrimado a ningún
perol de partido político alguno, por eso tengo la absoluta libertad moral para
decir de cada partido lo que me pueda venir en gana. Durante mi vida he votado
a diferentes tendencias políticas, (¿quién no es revolucionario a los dieciocho
y conservador a los cincuenta?). Todos, repito que todos, en alguna parte de
sus incumplidos programas me han defraudado. Pero tengo memoria, y sé lo que
cada uno ha dado de sí según mi forma de entender la política.
Quizás por eso
me sorprende que se haya formado esta conmoción social por algo que no me digan
que no se veía venir desde que el anterior gobierno empezara con los recortes,
ahora agudizados hasta adquirir tintes dramáticos en muchos casos. ¿Pero
alguien en su sano juicio podía pensar
que esto iba a ser fácil, con la situación económica que tenemos? ¿A alguien se le escapa que nuestro país ha
vivido demasiado tiempo por encima de sus posibilidades? Creo que no son tan
criticables las medidas adoptadas por el gobierno como el hecho de no haber
empezado primero ellos dando ejemplo, suprimiendo jubilaciones astronómicas,
dietas de viajes, dietas por
alojamiento, móviles, transporte, tarjetas de crédito y un sinfín de prebendas,
que si bien es verdad que los actuales gobernantes no crearon, tampoco han
tenido agallas de suprimir, actuando como los anteriores, aunque solo fuera
como un simple gesto de solidaridad con los ciudadanos que somos los que
pagamos los platos rotos de la inutilidad de los políticos, y de los sesudos
economistas que no han sabido parar este desastre .¿Cuántas veces se negó la
crisis en la anterior legislatura? ¿Por qué no se tomaron medidas a tiempo?
Porque lógicamente esas medidas, como ahora vemos, son dolorosas y
tremendamente impopulares. Y primaba más conservar votantes que poner las bases
de la recuperación económica. Y ahora, al nuevo gobierno le toca bailar con la
más fea. ¿O es que alguien puede pensar que este gobierno hace esto para que
nadie les vote más? Otra cosa es la idoneidad de las medidas, cuando hay tantas
cosas donde recortar antes que echarle la carga a los de siempre. ¿Cuánto nos
apostamos que cuando lleguen otra vez los socialistas no derogarán ninguna de
las medidas impuestas por el PP, como Rajoy no va a derogar, por ejemplo, la
ley del aborto de Zapatero? Ya lo veremos.
¿Que sobran
políticos en esta cuatriplicidad de cargos, en esta inútil superposición de
administraciones? ¿Qué es imposible para cualquier economía soportar, además
del nacional, diecisiete gobiernos taifas? Eso lo sabe cualquiera, lo mismo que
sobraban con anteriores gobiernos, desde la UCD. Pero nadie parece haberse
quejado hasta ahora, al menos con tanta claridad.
¿Que la
corrupción se pasea como Pedro por su casa por los partidos políticos? Claro
está que sí; pero por todos: unos trajes en el PP, viajes y mariscadas en IU
pagadas con dinero del erario público, desvío de dinero de los parados para
pagar cocaína y prostíbulos en el PSOE…. Pero los medios de comunicación
siempre han hecho más hincapié denunciando a unos más que a otros, y que conste
que pienso, porque todos los conocemos, que en cualquier partido político hay
gente honrada a carta cabal, pero no sé que les pasa que cuando se constituyen
no en clase, sino en casta política, se transforman en cómplices de muchos
desmanes, quizá por miedo a perder la bicoca que al parecer es eso de vivir de
la política. Y ni que decir tiene que no todos tienen la misma capacidad, ni
son igual de profesionales; ni tienen tampoco la misma abnegación en el trabajo.
Mención aparte
merecería la distinta actitud de los sindicatos que mientras engrosaba el
número de parados, negaban también la crisis aplaudiendo en el Congreso las
medidas del gobierno anterior, cuando con este, desde el primer momento
amenazaron con incendiar la calle (Sic). También ellos podrían solidarizarse
con los ciudadanos reduciendo drásticamente el desproporcionado número de
liberados sindicales, o suprimiendo el presupuesto para inútiles cursillos de
formación contribuyendo así a aliviar la ingente cantidad de dinero
subvencionado que les llega del Estado.
La izquierda
siempre tuvo la habilidad de saber movilizar como nadie (recordemos los
incidentes que sucedieron a los atentados del 11M, con el famoso “pásalo”,
causa innegable de la llegada de D. José Luis Rodríguez Zapatero a la
presidencia del gobierno. Al contrario
que la derecha, que tiene el problema de no saber explicar claramente
las medidas que adopta. ¿Por qué no dicen claramente ya cuál es la situación
económica que dejó el PSOE? Al menos yo todavía no lo sé.
Los medios de
comunicación no tratan igual los errores de unos y de otros, negarlo sería
negar la evidencia. No se corta con las mismas tijeras. Un miembro del PP, sin
cargo institucional alguno, es pillado infraganti conduciendo con elevada tasa
de alcohol, y tiene que dimitir como presidente de NNGG de la comunidad de Madrid. Sin embargo ocurre lo mismo con un
diputado socialista de la provincia de Huelva, y después de espetarle al guardia civil que lo intercepta el consabido
y muy franquista expresión de “usted no sabe con quién está hablando”, no
dimite, y los medios de comunicación lo amparan con su silencio. O como la
comprensión que se tiene con el problema de los mineros (y con algunas
salvajadas de sus manifestaciones) mientras que cuando se cerraron los
caladeros de pesca en Marruecos que hace desaparecer prácticamente la flota
pesquera en Huelva apenas mereció la atención de los informativos nacionales,
ni sindicales. Ejemplos hay para no parar de escribir. ¿Se acuerdan del
tratamiento dado por la prensa afín al anterior gobierno del hundimiento del
Prestige y al incendio forestal de Berrocal, mucho más grave? A Galicia la
forraron de millones de euros, pero, ¿qué hicieron aquí?
España es un
país difícil, muy difícil. De la confrontación entre bandos tenemos demasiados
testimonios en nuestra historia, algunos relativamente recientes y que en vez
de relegar al olvido, nos empeñamos en revitalizar y parece que nos gusta
tenerlo a mano para arrojárnoslo a la cara. Con lo que siempre hemos sido
capaces de hacer cuando nos lo hemos propuesto, cuando nos hemos unido por una
causa común, como cuando guiados por S. M. el rey D. Juan Carlos fuimos capaces
de realizar una transición modélica que fue la admiración de todo el mundo,
y nunca, sin ser temida, fue España tan
respetada, dentro y fuera de nuestras fronteras.
La democracia con sus defectos y sus carencias
es, como se suele decir, el menos malo de los sistemas políticos, en nosotros
está saber buscar en ella, en nuestra democracia, la forma de superar esta
crisis que injustamente vemos recaer sobre quienes ninguna culpa tenemos,
mientras los bancos se rescatan con dinero europeo y nuestros políticos y
sindicatos siguen sin dar ejemplo de austeridad y, con la complicidad de grupos
de presión mediáticos, dividiendo peligrosamente cada vez más a la nación.
Recuerdo,
cuando su redacción, la agria discusión de los Padres de la Constitución sobre
la inclusión, o exclusión (como al final sucedió) de la palabra Dios en el
preámbulo de nuestra Carta Magna. A lo mejor es por eso estos despropósitos,
porque Europa, con nosotros dentro, está
olvidando y abandonando a marchas forzadas sus orígenes cristianos, y
nos gobiernan ignorando a Dios.
Somos un gran
país, a pesar de muchos de sus políticos y de sus democráticamente necesarios
partidos. Hay que tener esperanza. Y lo mismo que hay alumnos que aprenden a
pesar de sus profesores, aprenderemos a salir de éstas y, con la ayuda de Dios
a quien no podemos arrinconar, sin Nacionales Catolicismos, pero considerando
nuestras raíces cristianas, lograremos mirar con optimismo al futuro que
volverá a poner en su lugar a la nación más antigua de Europa, que a mí me
gusta y no me da miedo ni reparo de
llamarla por su nombre: España.