D. Perfecto es bajito, algo obeso y aun siendo
relativamente joven, luce una alopecia bastante avanzada. Usa gafas con montura
dorada y cristales ligeramente tintados de amarillo. Viste habitualmente, ¿cómo
no?, pantalones grises, camisa blanca amarillenta o ligeramente celeste y
corbata burdeos con el nudo más bien estrechito. Y por supuesto una chaqueta
azul marino, casi siempre cruzada, con
los botones dorados a juego con el
escudo de solapa de la hermandad, y que parece que ya trajera puesta la caspa
de serie; vamos, lo que se dice vestir con un look incuestionablemente rancio y
cofradieramente correcto.
En él confluyen
todos los tópicos cofrades posibles: le gusta el pescaíto frito, la cerveza
Cruzcampo, el tinto, las torrijas y vota al PP(o al menos eso dice votar).
D. Perfecto pertenece a cuatro o cinco cofradías en
las que por descontado nunca ha hecho absolutamente nada productivo, al contrario,
se ha beneficiado de ellas. En todas es conocida la enorme habilidad, el fino
olfato intuitivo que tiene para enterarse de cuándo va a haber en la hermandad
una visita de postín con su posterior ágape (antes copa de vino español), donde
despelleja fraternalmente en Xto. a quien haga falta, para congraciarse con el
hermano mayor en ejercicio al que incomprensiblemente tiene en un altar,
contándole todos los chismes que quiere escuchar, y lo que es peor: contándole
unos chistes absolutamente malos y antiguos que Sanz Guijuela ríe con risa de
hiena y sonoras carcajadas. Es especialista en puñaladas traperas, ni que decir
tiene que asestada por la espalda.
Todos conocen la proverbial oportunidad de D. Perfecto para marcharse
justo un minuto antes de finalizar la reunión y tener que pagar. Es en ese
preciso momento cuando el mayordomo, que es un águila y no se le va una, hace
un aparte con él en la secretaría para recordarle que debe algunos recibillos,
a lo que él contesta lo de siempre, que
mañana mandará a alguien para pagarlos y que además dará un donativo para la
saya que le están bordando a la Virgen. Por supuesto que el mayordomo no verá
jamás ni las cuotas ni el donativo, y encima D. Perfecto, el insaciable, saldrá
de la secretaría cargado con carteles, boletines y estampitas, gratis total,
claro está. Si hasta algunas veces se lleva lo que sobra del ágape en un táper
diciendo aquello de “es que es una pena que se estropee, y como se va a tirar...”.
Así, su distinguida esposa Doña Patrocinio de las Llagas de Sanz Guijuela (de
soltera Patrocinio de las Llagas Rojas) se encontrará la cena hecha y no tendrá
ni que encender el microondas.
Y es que ella
echa de menos su vida de soltera al pertenecer a una buenísima familia con
títulos, criadas con cofia, cocineras, mayordomos y mecánico particular que la
traía y la llevaba en su viejo Hispano-Alemán. Esta noble procedencia de Doña
Patro le valió, entre otras cosas, para colocar a su marido en un carguito de
la Junta de Andalucía, con lo cual este singular cofrade lleva ya unos cuantos
años jubilado en vida gracias a un oportunísimo ERE, así que tiene todo el tiempo
del mundo para estar intrigando todo el santo día, en la casa hermandad por la tarde, y en el bar de al lado
de la capilla por la mañana.
La lentitud de este cofrade para sacar la cartera a la
hora de pagar es inversamente proporcional a la velocidad de su eyaculación
precoz, motivo y dolencia por la que quizá solo tenga un hijo, Pedrito Sanz
Guijuela Llagas, apodado Pedro “el sanguinario” porque en el recreo sangra todo lo que puede, lo mismo extorsiona
un zumo que le curra a sus compañeros el Bollicao a cambio de una estampita de
las que su papá se lleva a puñados de la hermandad, por supuesto sin pagar,
porque eran las sobrantes del último quinario y, claro está, como llevan
impresas la fecha ya no sirven para nada. Pedrito ya apunta maneras. Lo de
siempre: de tal palo…
D. Augusto nunca ha estado en ninguna junta de gobierno,
esa es su mayor frustración y su más ferviente anhelo, su razón de vivir, y el motivo por el que acosa con chistes y
maledicencias a quien le interese para ganarse el favor para su causa: llegar a
ser lo que sea en alguna junta de gobierno.
Y es que nadie
nunca ha confiado en él. Pero mira por dónde, degenerando, degenerando, el
hermano mayor actual (otro perfecto inútil) lo va a meter con calzador en su
junta como agradecimiento a la inquebrantable lealtad de su amigo y adulador, y
porque lo tiene informado del hilo al pabilo de todo lo que acontece en las
cofradías, y de lo que no son las cofradías, de las cloacas de cada hermandad,
de las cañerías del Consejo; hasta del rumor del embarazo de penalti de Sarita
Salida, a la que la lengua viperina de D. Perfecto llama Zorrita Salida, una
niñata que apoyaba a cierto maromo de la otra candidatura…..Así que por fin va
a entrar en la junta para sustituir a Paquito, un oficial que ha decidido salir
del almacén, porque de gordo que es no cabía en ningún armario, y se va a ir de
activista a una nueva O.N.G., Estilistas Sin Fronteras.
Ya se han colmado sus anhelos. Ya D. Augusto destila
felicidad por los poros de su piel que le transpira por los sobacos de su blazer azul y Dña. Patrocinio supura alegría
por todas sus llagas. Ya se ha hecho justicia en las cofradías. Ya se ve la
mañana de Corpus saludando vara en mano, y al lado del guión con otra vara el
día de la protestación de fe; ya se ve representando en el Consejo a su mentor, cuando al desastroso hermano
mayor no le interese ir, y dando codazos para ser el primero en besuquear hasta
el baboseo el pastoral anillo del obispo en la próxima audiencia. Ya sueña
alguna salida extraordinaria para poder pasearse a cara descubierta delante del
paso, y siente que se le va la vida precozmente de placer figurándose en un
plató de televisión explicando los actos extraordinarios de su hermandad, y del
farde que se van a pegar Dña. Patrocinio en las reuniones de las camaristas y
de las damas del ropero de la Virgen, y Pedrito en el recreo del cole.
Pero esto
merecería un capítulo aparte, o dos, o un libro entero. Porque el ego de San
Guijuela no tiene medida, es insaciable. Él solo mide y cicatea si hay que poner
dinero de su bolsillo para algo; pero si se trata del presupuesto de la
hermandad, lo que haga falta y hubiera menester.
Así de desprendido es D. Perfecto; así de perfectos
son algunos, pocos, personajillos (pero que haber, haylos) que se mueven el
inframundo de las cofradías
Los más jóvenes puede que no; pero los que ya peinamos
canas (si no nos las hemos teñido con Eva Color nº5 o con Just For Men) no
tendremos problemas, con las lógicas exageraciones de una caricatura, en
ponerles nombres y apellidos, ¿a que no?
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