Powered By Blogger

lunes, 19 de mayo de 2014

AYER HIZO UN MES



Justamente. Ayer,  aunque parezca que haya pasado mucho más tiempo desde la última Madrugada, solo hace un mes. Treinta y un días tan solo desde que  la oscuridad de la parroquia de la Purísima Concepción, rayando casi el ángelus, fuera diluyendo en su interior la silueta azul y rosa del paso de palio  de María Santísima de la Amargura concluyendo de esta manera, con su recogida, otra Madrugada de Viernes Santo.

 Pero no ha sido una Madrugada más. La recordamos memorable, distinta, difícil de olvidar. Todos tenemos la sensación de haber vivido una Madrugada especial. Y no sabría explicar exactamente  por qué. Pero muy especialmente quienes tenemos puesta  nuestra devoción en Ella, en la que es causa de nuestra alegría, y es nuestra pasión, y nuestro delirio, en la Virgen de la Amargura, coincidimos en que, al menos para nosotros,  ha sido una Madrugada excepcional.

Los que tenemos el corazón latiendo con más fuerza en la parte más "débil" de la cofradía, nos entendemos perfectamente sin muchas explicaciones.  Sabemos a lo que me refiero si digo que tenemos más "mérito", que todo lo que consigamos a favor de nuestra devoción, la menos multitudinaria, la más íntima, la menos conocida fuera de la cofradía,  nos sabe mejor. Tenemos un sentido del reto mucho más desarrollado, no nos importa vencer obstáculos para propagar esta devoción que no es más reconocida por vivir a la sombra (bendita y soberana sombra) de quien vive y que todo lo abarca.

Porque "ser" del Nazareno, de la Esperanza, de Pasión, de la Victoria, no tiene mérito. Lo verdaderamente especial es "ser" de la otra advocación de la hermandad, la menos conocida, la menos nombrada.Por mucho que la hermandad conforme, y así debe ser, una unidad siempre hay una imagen que suscita la mayor devoción y es la que le procura ese tirón popular que la eleva sobre otras y que la hace ser como es y la distingue de las demás. Y si no fuera así, es que ninguna de las dos tendría verdadera devoción popular.

Además, de lo que el corazón del pueblo siente y habla no se puede ni se debe dudar, ni ir en contra, ni cuestionar su decisión. El juicio popular es inapelable. La boca habla de lo que el corazón rebosa, y Huelva siempre ha hablado claro. Ya podamos vestir de oro la advocación que sea que como la memoria devocional de una ciudad diga que no, es que no. Ya nos podamos poner en cruz. Pero eso no implica que no intentemos ofrecerle todo lo mejor. Y en el corazón de los devotos de la Amargura no manda nadie. Solo Ella.

 Siempre es más difícil, pero en todas las cofradías hay quienes a fuerza de entrega y de tesón, a contra corriente, multiplican su dedicación y logran que esas imágenes eclipsadas por la popularidad de las otras que suscitan más fervor, se presenten ante nosotros brillando con luz propia. Impecables.

Por eso, cuando El Nazareno se recoge y toda Huelva vuelve los ojos hacia la Virgen de la Amargura, es cuando lo que se hace por y para Ella, aun a sabiendas de que nunca tendrá el reconocimiento ni la repercusión que tiene todo lo que rodea al Señor , tendrá su recompensa, cuando todo el esfuerzo tiene sentido al ver a la Amargura reinar en su mañana de Viernes Santo.

Así que, desde los que le fundieron la cera en su candelería hasta el que clavel a clavel, rosa a rosa, le dio forma a los fanales de sus jarras; desde los que cuidaron de que la alumbraran las ciento treinta y dos velas de su paso durante toda la noche hasta los que la perfumaban de incienso; desde los que la pasearon en triunfo por las calles y que se curtieron viernes a viernes de Cuaresma bajo sus trabajaderas hasta los que fueron sus ojos en la noche santa guiando sus pasos; desde el que con siete notas fue capaz y capataz de componerle la música que la lleva, y que cada vez que irrumpe su marcha, Salve Amargura, suena a saludo de ángel de anunciación y a oración solemne, hasta el que con la voz popular de una saeta, cantada a pie de calle, sentenció que su sagrada imagen es "obra de Dios en una noche de locura", y la proclamó "gitana pura y bendita por tó los cuatro costaos"; desde las manos que desparramaron en el aire pétalos de flores a su paso hasta quien pregonó a voz en grito que Tú eres la Reina de la Madrugá; desde el que como un murmullo, entre dientes, ante tu paso mirándola a la cara le decía bonita, hasta el que sollozaba un guapa líquido y cálido de lágrimas; desde quien susurró un avemaría mirándose en sus ojos hasta el que musitaba un bendita sea tu pureza para sus adentros... Todos hicieron que la luminosa estela que un poco antes había dejado a su paso Jesús Nazareno no se apagara, sino que brillara con más fulgor y con luz propia, con la luz intensa que emana de  La Amargura, de Ella misma, pues este año incluso el sol alumbraba, tímido y pálido tras una mantilla de nubes finas. Solo Ella brillaba con la luz divina que su figura irradiaba y que no se desvanece en la memoria de quien te vio pasar por esa senda secreta entre la noche y el alba, entre la aurora y el día,  que nos lleva hacia ti, y que solo conoce el corazón de los privilegiados que vemos en Ella la razón primera de todo.


Y esto fue hace justamente un mes. A veces parece que fue hace siglos y a veces parece que fuera ayer. Pero todavía resuena en nosotros el Dios te salve Luna Llena de despedida en el dintel de su casa pero que ya es patrimonio de la memoria de los que vemos en Ella a la Reina y Señora de nuestras almas, y para los que por encima de Ella no hay nada ni nadie que pueda desplazarla. Más hermosa que Tú solo Dios, solo Dios. Salve Madre, Salve Amargura.

Foto: Juan Luis Rodríguez

No hay comentarios:

Publicar un comentario