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domingo, 9 de febrero de 2014

ESCRACHE COFRADE

La Real Academia de la Lengua Española, esa que "Limpia, fija y da esplendor" y que ya tiene admitido en el diccionario el significado del verbo escrachar, cuya primera acepción significa "romper, destruir, aplastar", para cuando vaya a aceptar el sustantivo escrache, que no tardará, debería tener en cuenta una acepción exclusiva de este neologismo para los cofrades que significaría: "acoso y derribo por parte de un grupo  más o menos numeroso de hermanos  a una junta de gobierno legalmente establecida para que cambie por cojones (bueno, a la fuerza) lo que legítimamente le corresponde elegir a esa junta en virtud de las reglas por las que se rige una hermandad". Que eso, y no otra cosa, es lo que ha hecho recientemente un grupo de costaleros de una hermandad de vísperas de la Semana Santa de Sevilla, en la puerta de su casa de hermandad, con pancartas y todo, al no gustarle a las criaturitas los capataces que la junta había designado sustituyendo a los anteriores que eran buenísimos y estos unos mataos. Ni más ni menos.

Ellos pensaron que si en Ucrania los grupos de presión lograron cambiar el gobierno de un país, que si los del Racing de Santander hicieron lo propio con su junta directiva, y en Madrid los de la marea blanca consiguieron la dimisión del consejero de sanidad, por qué ellos no iban a poder derrrocar a unos capataces.

Y aquí tenemos otra vez a las hermandades copiando lo peor de la política de la calle. Además, ¿no ha dicho una jueza de Madrid que el escrache en la mismísima puerta de la casa de la vicepresidenta del gobierno de España es una forma de participación democrática? ¿Por qué va a ser menos democrático  hacerlo en la puerta de una hermandad? Aquí , por lo visto, ya todo vale en el acoso y derribo al poder legalmente establecido.   Aunque yo mandaba a la puerta de esta señora, por la mañana a la que toca el acordeón en la calle Concepción (¿verdad, Manolo Domínguez?), y por la tarde a una banda de cornetas y tambores para que ensayaran allí. Verás como cambiaba de opinión sobre el escrache.                    

Pero a lo que íbamos. Las juntas de gobierno, por reglas, les asiste todo el derecho del mundo para  poder nombrar  para  los cargos de confianza a quienes crean más oportuno. Otra cosa es la idoneidad o no de las personas elegidas; que el criterio sea el de la excelencia o el amiguismo; que sea porque le arrimó un puñado de votos en las últimas elecciones donde tantas fatiguitas y canguelo pasaron para ganar; o por agradecer el favor de "haberse echao p'alante" y pagar ese inoportuno gasto que se les presentó sin avisar. Da igual. Es legal. Les guste a los hermanos o no les guste.

Lo que no pueden hacer los descontentos, por muy  cabreados que estén, es querer ganar en la calle lo que no ganaron en las urnas, pretender que una hermandad se gobierne bajo la influencia y al capricho  de los grupo de presión de turno. ¿Ustedes se imaginan si cada vez que a un grupo no les gustase las flores del paso, o cómo esté vestida la Virgen, o el menú elegido por quién corresponda para la comida de hermandad, o que el cabrón del fiscal no deje tocar esa marchita "toa guapa" en esa esquina para llevarnos media hora en hacer la revirá, nos fuéramos a manifestar delante de la casa hermandad?

 Por encima de una junta de gobierno solo está el cabildo general de hermanos, allí podrán manifestar su parecer todo el que quiera. Pero no, no se usa para eso. Los cabildos generales se utilizan hoy para lo mismo que se utilizan los grupos de presión, para imponer por las bravas la voluntad de ese grupo, malmetiendo, abroncando, amparándose en una masa generalmente inexperta, ajena y casi siempre alejada de los problemas que se debaten y manipuladas por los que defienden otros intereses, torpedeando a discreción a la junta de gobierno en ejercicio y enseñando músculo para las próximas elecciones.
 Porque en los cabildos eso de "un hombre un voto" depende y para qué. Por ejemplo, ¿qué sabemos la mayoría de los mortales sobre técnicas de restauración de imágenes?¿Cómo vamos a votar "democráticamente" al restaurador al que confiarles nuestro mayor tesoro? Habría que formar una comisión de expertos cuya opinión  tuviera más peso que la nuestra, ¿no? Pues igual para tantas otras cosa. La palabra democracia en las cofradías debe tener un sentido más transcendente todavía que en la vida civil, y que una mayoría inexperta no sea capaz de imponerse a una minoría ilustrada en cualquier asunto.

Por eso no podemos intentar resolver los problemas como se hace en política. A las cofradías, entre hermanos, se nos debe suponer otra forma de actuar, otra manera de proceder. Desde luego las manifestaciones vocingleras, la presión sin cuartel y hasta el escrache no creo que sea muy cofrade, ni muy elegante, ni mucho menos fraterno. Amén de ilegal.  

Si no gusta lo que hay, pues dentro de cuatro añitos, se vota otra opción y santas pascuas, pero no este barriobajuneo que estamos viendo.
Lo cierto y verdad es que el escrache ha irrumpido con innegable éxito en este devaluado y depauperado mundo cofrade. Curiosamente, la segunda acepción que el DRAE le da al verbo escrachar, es "fotografiar a una persona", y con este episodio hay que ver lo bien que hemos salido retratados los cofrades, qué nítidos, qué bien enfocados en nuestro desenfoque de la realidad , en nuestro borregismo sindicalista de la coacción y el piquete.


Cuando recientemente el Papa Francisco señalaba  como causa de la destrucción de las comunidades religiosas a la murmuraciones y la maledicencia, hablando en plata, al mojarreo con mala leche al que tan aficionados somos los cofrades, yo le añadiría también - con todo respeto, Santidad- la novelería del escrache,  del escrache cofrade, claro está..... 

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