Qué verdad es que cada uno cuenta la feria como le
va. No tendrá la misma percepción de las
cofradías quienes pertenezcan a una hermandad, llamémosle emergente, con un presente pleno e ilusionantes proyectos de
futuro, cuya convivencia sea ejemplar, aglutinadora de voluntades, que quien
esté en otra cuya relación entre hermanos esté rota, que se limite a malcumplir
unas reglas, que esté vegetando o se encuentre en fase de regresión. Cada uno
opinará según su experiencia personal.
Pero está claro que algo está pasando, y creo que
para bien, cuando desde tantos y tan
distintos frentes se están alzando voces
de alarma contra la deriva que está tomando todo lo referente al mundo de las
cofradías y la celebración de la Semana Santa. Quienes hasta hace poco
utilizaban sus tribunas de opinión solo para ensalzar, ahora advierten del
peligro que corre la autenticidad de esta celebración. Con inusitada
frecuencia y desde un tiempo a esta
parte, quienes cantaban a la luz dorada de la cera, al incienso embriagando los
sentidos, al azahar, a la mecida de unas bambalinas, al rizo del filo de una
túnica de un Cristo y a la luna grande de Paresceve, utiliza ahora palabras
como desmesura, frivolidad, frikismo, protagonismos, superficialidad, escriben
afición donde antes escribían devoción, y una expresión que no sé bien si temer
o tenerle confianza: fin de ciclo.
Es evidente que hay opiniones que valen su peso en
oro, juiciosas, realistas, serias en su análisis, creíbles por la trayectoria
cofrade de quienes las avalan; y otras, a lo mejor bienintencionadas, pero que
no dejan de ser productos precisamente de las situaciones que se denuncian y
que han llevado a las cofradías al estado en el que muchas se encuentran,
preciosas por fuera, pero sostenidas solo en lo material, pero con Dios
arrinconado y su voz amordazada.
Las cofradías no necesitan caudillos salvadores, ni
visionarios, ni interesados salvapatrias (de todo esto ya tuvimos en la
política y en las cofradías) ni siquiera adoctrinadores integristas con chilaba
moradas. A las cofradías les basta con ser ellas mismas, mejor dicho, que los
cofrades sepamos qué son las cofradías. Hasta SS el papa Benedicto XVI en su
alocución de despedida en su última audiencia general nos recuerda literalmente
que la Iglesia no es una ONG, sino un ente vivo en la fe. Pues lo mismo son como parte de la Iglesia, las cofradías. Y para eso solo hace falta que
recorramos su historia, que veamos cómo en cada momento de dificultad supimos
reinventarnos y cómo fuimos capaces de seguir siendo útiles, sin dejar de ser
nosotros mismos.
No nos dejemos manejar, por nadie; ni de dentro, ni
de fuera. Que cada uno individualmente se forje su idea de hermandad conociendo
qué son las hermandades y sin que nadie se deje influir por ningún foro de opinión,
ni siquiera por este.
Se titula este artículo Fin de Ciclo, fin de
trayecto en esta Cuaresma ideal para la
observación, para la reflexión, para que lejos del ruido aparezca la verdadera
imagen de las cofradías. Por eso también este blog guardará un prudente
silencio hasta que las campanas de la Pascua de Resurrección nos despierte del
sueño de otra Semana Santa. Que cada cual la viva a su manera, pero intentando
buscar la verdad de nuestra más hermosa celebración que da síntomas evidentes
de un cambio de ciclo, como de Semana Santa en "sede vacante". Hasta
pronto.
¿Será verdad que estamos pasando página?