Conozco de la Hermandad Sacramental de la Esperanza
de Triana lo mismo que cualquier cofrade medianamente informado. Sé del airoso
andar de su paso de Cristo, de la exuberancia de las flores en su paso de
palio, del "refregador" en el personal atuendo de la Virgen; del
cariño hacia el vecino más antiguo del barrio, el Santísimo Cristo de las Tres
Caídas; de la morena hermosura de una Esperanza que reta a otra Esperanza.
No estoy demasiado al tanto de lo bien, de lo mal o
de lo regular que lo haya podido hacer la junta de gobierno que ha regido los
destinos de la hermandad en estos últimos cuatro años. No tengo criterio para
juzgar la labor que ha realizado su hermano mayor que ha optado a la reelección.
No conozco la interioridad, el día a día, la realidad de esta popularísima
hermandad y cofradía sevillana. Solo lo que leo y de vez en cuando veo.
Pero sí he estado al tanto del más que movido,
áspero y mediático proceso electoral que acaba de vivir.
Nada hay que erosione más a una hermandad que unas
elecciones con dos o más candidaturas. Nada que la denigre ni encanalle más. Ni
siquiera la mala gestión de una junta de gobierno puede hacerle tanto daño.
Harto estamos de oír y de comprobar cómo cada vez nos acercamos más a las
formas, modas y costumbres de la depauperada clase política española, que tanto
criticamos, a la hora de elegir junta de oficiales de gobierno: dípticos,
presentaciones televisivas, presencia masiva en las redes sociales de Internet,
eslóganes, acoso a los hermanos solicitando, casi comprometiendo su voto... Lo
que acabamos de ver en la Esperanza de Triana ha sobrepasado los límites de la
aberración. Hasta la muy sindicalista y antaño franquista forma de llevar a
votar al personal en autobús, como borregos.
Por más que una de las parte no quisiera utilizar
estas estrategias de marketing y propaganda, a veces plagadas de insulto, se ve
arrastrada si la otra lo hace. Será signo de los tiempos, pero qué asco de
tiempos.
¿Dónde queda ya el respeto, ese pacto tácito nunca
escrito de permitir a un hermano mayor, por bueno, malo o mediocre que fuera,
de presentarse a la reelección? La ambición, las prisas por llegar (si éste tonto lo ha sido, ¿yo por
qué yo no voy a ser hermano mayor?) el ser algo o alguien, se valga o no se
valga, ciega la razón y se componen juntas de gobierno con lo primero que haya,
nada importa, idoneidad o no, con tal de alcanzar la vara. Después, si se gana,
ya veremos qué hacemos, siempre habrá algún tonto con las tardes libres que nos
saque las castañas del fuego...
Pero parece que, con todo, puede que se haya
producido un punto de inflexión. A pesar de todo, es como si los hermanos de la
Esperanza hubieran querido castigar tanto despropósito rechazando a un
candidato, al más mediático, al que sin haberse criado en las entrañas de la
hermandad, sin haber pertenecido ni haberse formado en ninguna junta de
gobierno aspiraba a hermano mayor. A quien entró en la cuadrilla de costaleros
por la puerta de atrás, saltándose a la torera (nunca mejor dicho) una
interminable lista de espera. Al que dijo que su imagen forjada en el papel
cuché podría aportar mucho a la Esperanza (¿no sería al revés?¿qué falta le
hará a la Esperanza de Triana la imagen de un famosete para ser lo que es?); al
que dicen en los mentideros del viejo arrabal que se presentaba por despecho,
por venganza, porque le mandaron quitar la jungla de árboles con el que quiso
adornar la capilla de los Marineros para una de sus bodas...
Algo parece que está cambiando cuando se ha
preferido la continuidad oficialista encabezada por un hombre de dentro, de los
de siempre (y al que no tengo el gusto de conocer) al brillo engañoso de un
nombre de colorín envuelto en el celofán de un apellido mediático que nunca demostró nada. Solo por el
hecho de ser popular.
Puede que lo sucedido en la calle Pureza, según
muchos contra todo pronóstico (yo no lo creo así, hay testigos de que siempre
confié en la cordura de la hermandad), haya alertado a las cofradías de que
cualquiera que salga en los programas del hígado quiera aspirar a hermano
mayor. Sálvame , Señor, de esta tropa que es capaz de someter a una hermandad a
un polígrafo, sea de Luxe o más corrientito.
Después de todo, y a tenor de los resultados de las
elecciones, aún hay Esperanza. Y en Triana parece que mucha más. Que cunda el
ejemplo.
Estoy de acuerdo en que se están perdiendo las formas en algunas candidaturas a hermano mayor, que parecen aspirar a la alcaldía antes que a lo que se presentan.
ResponderEliminarDiscrepo en lo que el problema sea la proliferación de candidaturaa, al cintrario pienso que es un elemento positivo. El problema en mi opinión es que se está perdiendo el espíritu de confraternidad que dsbe ser propio de los cofrades,.sobre todo los dd una misma Hermandad. Esto es lo que, a mi -posiblemente corto-entender, está dañando a las cofradías. Hay un mal entendido concepto patrimonialista y así muchos de los que dicen "mi hermandad" lo hacen pensando que realmente les pertenece, no que son ellos los que lertenecen a la Hermandad y por tanto quedan a su servicio. Así, cuando otro hermano tiene un criterio diferente actúan como si se tratase de un rival, porque piensan que les quiere arrebatar algo que realmente les pertenece. Y esto se agrava mucho más cuando loo dos tienen ese erróneo concepto patrimonialista, formándose entonces bandos que hasta que se retome la cirdura en el.mundo cofrade serán irreconciliablea.