ACLARACIÓN
Este artículo está escrito desde el viernes pasado.
Así que no tiene nada que ver con nadie ni con ningún acontecimiento que haya
podido ocurrir ayer sábado ni hoy domingo, ni con nada que haya podido leerse
estos dos días en las redes sociales. Aclaro esto porque que hay gente muy
susceptible que se la coge con papel de fumar. Un cordial saludo. Gracias por
la lectura.
¿De verdad que los cofrades somos así? ¿Es la imagen
que damos en la red nuestra verdadera imagen? ¿En serio que personalmente, que
en privado, que en conciencia, opinamos como se lee en los foros de Internet?
Cierto es que siempre, o casi siempre, la
murmuración, el run run, el critiqueo ácido, la metepuyas (con u),el chismorreo
corrosivo y sin piedad, el fraternal
despelleje, los navajazos bajunos, han sido
y son emblemas, santo y seña de nuestra lamentable
y peor condición, más que humana, cofrade, como si fuera una cuestión genética.
Aunque a la hora de la verdad, y de verdad, seamos solidarios y salgamos como
una sola voz a defender a las cofradías, poniéndose en práctica, una vez más,
eso tan español de que como el muerto es mío, lo mato yo, y que nadie de fuera
se le ocurra venir a matarlo.
El caso es que no hay cuestión que se quiera debatir
en cualquier foro o tertulia (siempre hay magníficas, recomendables y
absolutamente indispensables excepciones) donde no se acabe a la gresca y donde
el insulto no sea moneda común, por más inocente que sea el tema a considerar,
por más intranscendente que en principio pueda parecer lo comentado. La idea
más trivial, la opinión más simple, es suficiente para encender la mecha que
haga arder las redes de internet.
De todo entendemos y todo lo expresamos con
vehemencia. Si es del carnaval de Cádiz, parece que hubiéramos nacido en la
mismísima plaza del Palillero. Si es de la Semana Santa de Sevilla, como si nos
hubieran parido en mitad de la Campana a punto de entrar la Macarena. Si
hablamos de El Rocío, como si nos hubiéramos criado debajo del puente del
Anjolí o en el barrio de Las Gallinas. Si toca fútbol, supongo que igual, pero
como soy ateo del deporte rey (aquí sí soy republicano) no estoy muy al tanto.
Pero me malicio que será cuarto y mitad de lo mismo.
En las tertulias cofrades no se opina, se pontifica;
no se critica, se insulta. Se da la sorprendente paradoja de que se criminaliza
a quienes demuestran sabiduría y conocimiento, con un currículum envidiable en
su cofradía y encima se justifica a
cualquier mindundi que poco o nada aportan a la Semana Santa, actitud propia de
ignorantes que no admiten su desconocimiento. A veces hasta da miedo abrir el
ordenador a ver con qué nueva trifulca nos vamos a encontrar.
Lo que aquí se ve y se lee merecería un estudio
sociológico, sicológico, y a veces hasta siquiátrico. Hay quien critica,
criminaliza rayando con el insulto, a personas que no conocen de absolutamente nada
basándose en lo que algún enemigo de esa persona le haya podido contar, a saber
con qué aviesa intención. La difamación tiene aquí un excepcional caldo de
cultivo.
Todo es susceptible de ser rebatido, aunque no se tenga ni idea de lo que se habla. Toda idea tiene inmediatamente su réplica y su contrarréplica.
Capataces, músicos, priostes, sacerdotes, oficiales, hermanos mayores, son machacados sin piedad. Nadie se libra. Lo que sin duda es en potencia un excelente medio para conocer, para ampliar horizontes, muchas veces se convierte en el peor escaparate donde poder mostrar nuestro desconocimiento en tantos aspectos. Más de uno, quedando en evidencia, ha tenido que retirar de la red todo lo vomitado sobre alguna hermandad viéndose con el culo de su desconocimento al aire después de haberla vituperado.
Todo es susceptible de ser rebatido, aunque no se tenga ni idea de lo que se habla. Toda idea tiene inmediatamente su réplica y su contrarréplica.
Capataces, músicos, priostes, sacerdotes, oficiales, hermanos mayores, son machacados sin piedad. Nadie se libra. Lo que sin duda es en potencia un excelente medio para conocer, para ampliar horizontes, muchas veces se convierte en el peor escaparate donde poder mostrar nuestro desconocimiento en tantos aspectos. Más de uno, quedando en evidencia, ha tenido que retirar de la red todo lo vomitado sobre alguna hermandad viéndose con el culo de su desconocimento al aire después de haberla vituperado.
Pero de todo lo criticable se lleva la palma en el
ejercicio de sus funciones el ultrachoquerismo militante criticando a los que
van (vamos) a ver cofradías a Sevilla. Porque aquí se podrá ir a ver corridas
de toros a la Real Maestranza; se puede tocar palmas por Huelva en el debut de
un rejoneador onubense; se podrá asistir a la Feria de Abril ...Pero que un cofrade de Huelva vaya a ver cofradías
allí mismo es un crimen de lesa humanidad. Intolerable para algunos. Aunque
luego en las tertulias de Internet se debatan continuamente asunto de cofradías
de Sevilla, aunque los muros del Facebook de los cofrades onubenses rebosen de
fotografías de pasos e imágenes de allí, a pesar de esto, no está bien visto
que se vaya a ver cofradías a Sevilla, ¿habrá incongruencia mayor?
Está claro que cada uno puede criticar lo que quiera
en las tertulias y en Internet, buena prueba es esta página donde se exponen
ideas que no siempre puedan gustar; pero intentando dejar fuera el insulto y la
prepotencia.
Y es una
lástima porque Internet nos ofrece posibilidades impensables hasta hace un par
de años, pero la estamos convirtiendo en el estercolero donde verter las
inmundicias que desgraciadamente lleva aparejado este tan especial y
contradictorio mundo cofrade.
Con actitudes así
puede que ocurra lo mismo que sucede en el ámbito educativo, en la
enseñanza, que los alumnos más brillantes no quieran demostrar su sabiduría ni
sus pensamientos por miedo al bullying, al acoso escolar practicado por los más vagos o más torpes que no quieren aceptar la inteligencia o el fruto del saber y el trabajo de los mejores, y nos quedemos sin
opiniones que realmente merezcan la pena, y es un lujo que no nos podemos
permitir. Además de que por la red campeen a sus anchas el insulto y la
mediocridad de la que estamos haciendo gala, si antes no ponemos remedio.
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