Cuando con casi un absoluto desconocimiento de este
medio, Internet, me aventuré a escribir semanalmente sobre nuestras cofradías,
advertí, y así está escrito en la entradilla debajo del título de El Muro de
mis Lamentaciones, que solo se trata de opiniones personales, pensamientos en
voz alta, reflexiones que nunca han intentado aleccionar a nadie, sin ánimo
fiscalizador, y muchísimo menos herir intencionadamente con mis comentarios, quizás
denunciar, no sé cómo llamarlo, situaciones hechos, modos, circunstancias,
actitudes que creo sinceramente se apartan de lo que yo, repito que personalmente,
opino de lo que me gustaría que fueran las cofradías.
Siempre he firmado con mi nombre y mis apellidos, y
contra lo que muchos creen, no soy portavoz de ningún grupo de presión, ni de
ningún colectivo cofrade, ni fedatario de lo que otros puedan opinar. Soy
responsable solamente de lo que yo escribo, no de lo que otros opinen sobre lo
que escribo. Ni vivo ni como de esto, ni busco la gloria de acumular muchos
"me gusta" en el numerito rojo de mi Facebook, solo opino con el
lejano deseo de mejorar lo que de siempre me ha apasionado y que me gustaría
perfecto.
Me satisface ver cómo muchos cofrades, de aquí, de
allá y de acuyá coincidimos en diagnosticar los males que aquejan hoy a la
Semana Santa, somos muchos más de lo que ustedes puedan pensar los que opinamos
lo mismo, los que creemos que es posible una Semama Santa mejor. Me siento
feliz hablando y aprendiendo de esto, soñando esa Semana Santa ideal, no
idílica, más sincera, menos desvirtuada, auténtica, sin devaluar, y sin que se
nos olvide la primera razón de su existir: la religiosa.
Pero si esto va a ser la causa por la cual pueda
resquebrajarse la amistad con uno, con solamente uno de mis amigos, de los
auténticos amigos del corazón, a los que me unen unos lazos afectivos más
fuerte incluso que los de la sangre, hasta aquí hemos llegado, ni una más,
Santo Tomás. Se acabó.
Por más que me alaguen las casi dieciocho mil
visitas en el blog; por mucho que me agrade coincidir en mis opiniones con
cofrades, sacerdotes, periodistas, con personas a las que tengo admiración y
respeto y considero modelos en este al parecer tan difícil mundo cofrade; por
más que humildemente crea tener razón en mis postulados, nada, absolutamente nada
de esto valdría la pena si perdiera el aprecio y el afecto de cofrades de
verdad que puedan haberse sentido ofendidos con mis palabras.
De los que me tachan de iluminado, engreído o creen
que me considero por encima del bien y del mal, me importa un bledo perder su
consideración, yo tampoco se las tengo a ellos. Además, aquí ya nos conocemos
todos y cuando quieran tiramos de currículums, estos no me preocupan. Los
otros, sí. Ninguna hermandad, ni la Semana Santa entera vale lo que una
amistad, precisamente se debe basar en ella y en el culto a Dios, para empezar.
Por eso tengo la sensación de que en este muro han
empezado a aparecer fisuras por donde se cuela la humedad de la desconfianza y
el recelo que nunca quise provocar y quizá sea momento, ahora que el año
termina, de plantearme tranquilamente si merece la pena seguir, o desconectarlo.
El tiempo dirá si se restaura, si se blanquea con una buena mano de cal y
hacemos borrón y cuenta nueva y se vuelve a activar. Lo que sí tengo seguro es
que antes de perder a uno solo de mis amigos, de mis hermanos cofrades, lo dejo
caer, que se arruine y que le vayan dando mucho por saco al muro. No tengo
ninguna necesidad de provocar malestar ni de sufrirlo por malas interpretaciones
o porque alguien erróneamente se haya sentido aludido con alguna crítica.
También es verdad que hay gente más que susceptibles y que ven fantasmas donde
no los hay
No puedo ni sé vivir apagando fuegos ni dando
explicaciones por más razón que crea tener. Antes de hacer daño a las cofradías
es preferible batirse en retirada, que dicen que a tiempo, es una victoria.
Pidiendo de todo corazón y humildemente perdón si en
algo pude ofender, aprovecho para desearos unas muy felices Pascuas de la
Navidad y un próspero y venturoso año nuevo lleno de Esperanza y de la
bendición de Jesús Nazareno.... Y con las bajas presiones lejos de nuestros
cielos en Semana Santa. A ver si puede
ser. Un abrazo sincero.
Por cosas como estas yo estoy alejandome cada vez más del mundanal mundillo cofrade. Pertenezco a dos hermandades de Huelva y procuro vivirlas todo el año con la mayor intensidad posible, y me dan muchas satisfacciones. Pero paso de rollos de politiqueos de juntas de gobiernos, coros de cotilleos sobre peleas de los que buscan el protagonismo y discusiones sobre ascetas de la santa estética poniendo a parir la horterez del vestidor y/o prioste de turno. Mientras más me alejo de eso, más feliz estoy y más quiero a Jesús y a María. No hay nada como afianzarse en que lo único importante de la Semana Santa son los que están encima de los pasos, nada de alrededor, ni los que están debajo, ni delante, ni en la sacristía ni montando los pasos, ni en los foros internautas, ni en la barra de un bar sentando cátedra... (entre ellos servidor) Sólo ellos dos sólitos se bastan y sobran para dar Felicidad y un sentido a la vida. El resto, son añadidos y sólo servirán si llevan a lo fundamental, si no son inútiles.
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