Luego vendrán más, muchos gozos más. Sentiremos el
escalofrío al besar el pie de un Cristo, o la mano de una Virgen; pasará ante
nosotros como un gozo adelantado la intensidad de lo que está por venir en el
pregón del último domingo de la espera; la emoción hará que nos pongamos de
puntillas sobre nuestra fe al escuchar la primera Marcha Real al salir un paso,
o al ver que se nos acerca la primera cruz de guía. Pero el primer gozo, la
primera emoción de la Semana Santa, es la contemplación por vez primera del
cartel que la anuncia.
Acertó de pleno quien sencillamente definiera la esencia
de un cartel como un grito pegado en una pared. Y ha acertado de lleno el
potente grito que para el cartel de este año ha pintado el artista beasino D.
José Luis Delgado Blanco.
No debe ser nada fácil concretar de un solo golpe de
vista, en ese pregón de los pinceles que es el cartel, la composición de algo
tan abierto, con tantos perfiles, con tantas y tan distintas posibilidades
creativas como ofrece la Semana Santa de Huelva. Pero este extraordinario
artista onubense lo ha conseguido magistralmente.
Lejos de abigarrados collages, de reiterativas
escenas, aunque lleno de simbolismos que lo enmarcan, la imagen del Nazareno
surge como un aldabonazo morado que centra la idealizada escena donde el
Señor no camina, sino que se nos muestra entronizado, omnipresente. El autor,
en palabras suyas, no lo ha querido representar en ningún momento del itinerario
en su Madrugada única, ha querido mostrar a la devoción de la ciudad como si
trascendiera de lo puramente cofrade, elevándolo por encima del propio tiempo
penitencial, eternizándolo en el tiempo
y en la historia más allá de la Semana Santa, como alzado sobre la atmósfera
cálida de la ciudad y como si le sirviera de peana el propio nombre de Huelva.
La iglesia de
la Concepción, con el aspecto exterior de antes de la restauración, casi de
color siena, sirve de fondo para la escena del más puro sabor cofrade que
refleja el paso de la Virgen del Amor, de esa gracia de Huelva bajo palio que
rodeada por el calor del gentío se recrea en la suerte de la tarde del Lunes
Santo.
Al fondo de
la escena, un guiño al fervor concepcionista onubense en el azulejo con la
Inmaculada en la fachada de su parroquia, emblema de la ciudad y corazón de las
estaciones de penitencia.
Completan la escena los símbolos de la Victoria y la
Esperanza que sostiene un angelote, una estrella y un ancla, la guía y el áncora
a las que se aferra la devoción mariana onubense. Cerca, un arcángel erguido sobre un pedestal
de mármol nos muestra al Santísimo Sacramento en una custodia de asiento, y se
apoya en una tarja con la alabanza a la Eucaristía.
Ya detrás,
casi intuida en el cielo de Huelva, como descendiendo en su mañana de agosto, la que es nuestra
Reina y Señora, la Virgen de la Cinta contempla la escena en este año en el que
celebramos el cincuentenario de su patronazgo sobre su pueblo.
Se da la circunstancia, no sé si conocida por el
pintor del cartel, que en este año de gracia de dos mil catorce, se conmemora
también el setenta y cinco aniversario de la procesión que protagonizaran
conjuntamente la imagen del Señor de Huelva junto con la Virgen Chiquita, como
acción de gracias por el término de la Guerra Civil española. Y si el pintor no
era conocedor de esta circunstancia, bendita casualidad, porque en las cosas de
Dios, no creo en las coincidencias fortuitas.
Cierra la composición el celaje azul cruzado por una
filacteria formando un arco deprimido cuyos extremos parecen enredarse, por un
lado, en el Ave Fénix de la Placeta; y por otro, en la veleta de la torre de la
Concepción.
La escena toda la envuelve la mejor luz dorada de
las tardes de cofradías; o del celaje del amanecer de cualquier Viernes Santo,
momentos donde se muestran los mejores colores de la ciudad. Hasta casi podemos
percibir en la atmósfera recreada el olor a incienso que precede al paso de la
Virgen del Amor y de las flores que lo adornan.
Huelva ya tiene cartel que anuncie la Semana Santa.
Y un cartel que rezumando sabor cofrade nos acerca, nos predispone a vivir el encuentro con la
belleza en esos días santos, y que por tanto nos acerca a Dios, de donde
procede toda belleza, y que se refleja en la hermosura de la escena que preside
la portentosa imagen, tan fidedignamente lograda, de Jesús Nazareno.
Inapelable acierto del Consejo al confiar el cartel
a D. José Luis Delgado Blanco, e incuestionable maestría la demostrada por el
artista en la pintura presentada. Enhorabuena a la Semana Santa de Huelva. Así,
sí.
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